martes, 4 de noviembre de 2008

Sacerdotisas y chamanas



La Diosa se tejió a si misma desde el dolor de hacerse nacer, tejió con los hilos de plata de la luna y con los hilos de oro del sol el tapiz del tiempo, nos tejió a nosotras y pasamos a formar parte del tapiz eterno de la creación sin fin, y ahora, nosotras, hijas de la Diosa, somos también tejedoras. Tejamos con hilos de amor, generosidad, bondad y entrega el tapiz del destino y del mundo en el que vivimos, para que todo sea como tiene que ser. Ensoñemos para crear y dar, compartamos el sueño.
Recemos a las Abuelas del tiempo, para que si caemos nos levanten con su amorosa mano, para que nos den la sabiduría de aprender a caer y de aprender a levantarnos.
Solamente hay un paso entre lo sagrado y lo mundano, el mismo sol que sale por las mañanas y al que nosotras saludamos y del que celebramos su nacimiento a los demás solo les sirve para ver. La misma luna a la que bailamos y celebramos como parte de nuestra esencia a los demás solo les sirve para cerrar los ojos y dormir, dormir sin ensoñar. La misma lluvia que a nosotras nos purifica a los demás solo les sirve para estar triste o enfermar. La misma tierra a la abrazamos y agradecemos los dones recibidos los demás la utilizan para construir y llenarla de asfalto. Lo sagrado y lo mundano están juntos a veces unidos, la magia está para los ojos que saben ver. Los misterios se revelan cada minuto de nuestra existencia ante nuestros ojos, sólo hay que mirar con ojos de amor, con ojos de fe, con ojos de servicio y de entrega, y todo nos es dado, porque nos pertenece como guardianas de la antigua tradición.
Accede al conocimiento mediante ritos ancestrales, ritos que nos acompañan durante todo el día y que no vemos porque dejaron de enseñarnos a mirar con los ojos adecuados, mirad con los ojos de la mujer que sois y descubriréis la magia que os rodea, mirad con los ojos de la gran mujer que sois y descubriréis la magia que tenéis, mirad con los ojos de la Diosa que sois y descubriréis que ya conocéis y solo hace falta recordar.

Las sacerdotisas de la Diosa somos chamanas, canales y portadoras de la magia de la vida, de la nutrición y de la conexión con el núcleo de la Madre. Una sacerdotisa es una guerrera entre mundos, una guerrera que inicia a otras y le enseña el camino oculto por el que solo camina la verdad y el amor. Una chamana, una sacerdotisa jamás traicionaría a una igual, si lo hace, nunca sirvió, nunca caminó, nunca amó

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