Las emociones no son positivas ni negativas, sino variadas como las especias. Eres tú, y solo tu, quien al etiquetarlas las dota de “vida virtual”. El agua fluye sin detenerse ante roca o precipicio alguno.
El agua crea bello ríos, hermosas cataratas y mares de inolvidable atardecer.
El agua se desborda apasionada para abrirse paso cuando lago o alguien pretendió enmudecer en su canto.
Aprender a fluir como el agua es un aprendizaje clave para poder nadar por los mares de la providencia existencial. Fluyamos con el Río e la Vida, para poder ser abastecidos con lo que es esencial para cada uno en el momento del discurrir de la vida en su tránsito terreno hacia el cumplimiento de su destino. Fluyendo”sabemos” cuándo, dónde, cómo y con quién o por quién o desde quién o a pesar de quién nuestro amanecer tendrá lugar en cada recodo del camino, en cada remanso, en cada catarata… Fluir es saber que, pase lo que pase, siempre será para nuestro beneficio aunque en ese momento no podamos entenderlo. Fluir, ser agua, es vivir la vida con intensidad, alumbrando dichas y cosechando abrazos de rosa, inundando corazones que jamás nos olvidarán. Ser agua, fluir, es cantarle al viento la promesa de que volaremos juntos cascadas de inmensa lluvia y sembraremos besos sobre las tierras que viajaremos en nuestras risas.
Ser agua es saber que uno puede tomar la forma de que desee según las circunstancias, sin importarle cuán difícil o retador pueda antojarse el panorama… Somos agua y salvaremos con olas de encanto aquello que nos salga al encuentro.
Ser agua es ser una fuente interminable de abundancia y de prosperidad.
Ser agua es fluir como el río profundo de intenso caudal y amplia vereda, alimentando la espiritualidad que en nuestro fondo germina y crece.
Ser agua para poder formar estalactitas de hielo con el amado del Norte, acurrucándose en sus brazos para luego ser intensamente derretidos por la Señora de las Primaveras Radiantes, y así proseguir en nuestra danza eterna de ciclos vitales.
Ser agua para poder alimentar la dicha que duerme en los corazones de la gente, a la espera de que una gota de rocío le inunde le alama de alegría.
Fluir es sentir la inmensidad de nuestro destino y carecer de miedo y de temor en las alas.
Gélida o cálida, derretida o congelada, mar o río, lago o riachuelo, catarata o cascada, manantial o río subterráneo, hielo o géiser, vapor de agua o gota de lluvia... Contenida en un vaso de papel o en la copa del más exquisito cristal, abrazada por la luz o arropada por la ausencia… Pero siempre agua sin forma y con mil formas a la vez… agua que convierte desiertos en vergeles por donde su magia discurre.
Emociones para ser experimentadas en todas sus formas como el agua se experimenta a sí misma en todo tipo de temperaturas, lugares, escenarios y ausencias.
Nunca deberíamos negarnos el goce de una emoción por dura o gélida que ésta sea para el alma. La risa sin el llanto no es posible, pues la risa más límpida y transparente en su canto es aquella cuya garganta las lágrimas de amargo llanto a limpiado.
Emocionarse para poder brincar como el agua sobre la catarata de las experiencias y los acantilados vitales. Emocionarse para poder sentir la plenitud del rocío en nuestras mañanas plenas de promesa y de sueños por reclamar.
Sin emoción la vida se estanca.
Sin emoción el mundo enmudece en su latido y cesa todo canto.
Por ello, emociónese como el agua en la presencia de su destino.
“Mi alma siempre fue agua que sació la sed de corazones sedientos de sí mismos en la larga travesía de su desierto existencial. Que la emotividad ponga luz en su amanecer.
Rosetta Forner- Cuentos de hadas para aprender a crecer
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