martes, 2 de diciembre de 2008

Retrato de una madre


Hay una mujer que tiene algo de Dios
por la inmensidad de su amor,
y mucho de ángel por la incansable
solicitud de sus cuidados;
una mujer que siendo joven,
tiene la reflexión de una anciana,
y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud.

Una mujer que si es ignorante,
descubre los secretos de la vida
con más acierto que un sabio,
y si es instruida,
se acomoda a la simplicidad de los niños;
una mujer que siendo pobre,
se complace con la felicidad de los que ama,
y siendo rica, daría con gusto todo su tesoro
por no sufrir en su corazón
la herida de la ingratitud.

Una mujer que siendo vigorosa, se estremece con el llanto de un niño, y siendo débil se resiste con la bravura de un león.
Una mujer que, mientras vive, no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan; pero después de muerta daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios.
Y todo ésto es apenas un boceto del retrato de una madre.
(Anónimo)

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