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La Doncella baila, pálida y bella,
con la suave lluvia, en las mañanas de abril.
Flores de manzano en el cabello lleva,
y de su vestido caen hojas mil.
En pastos cubiertos de rocío plateado
se detiene para bendecir a vacas y terneros.
Su tarea aquí es renovar la medialuna,
que en Su frente lucirá en días venideros.
Ella siembra semillas de cosas que vendrán
como el aire, frescas e inocentes,
pero en la distancia, el tambor del verano puede oír
que la llama a acudir a lugares diferentes
Elizabeth Barrette
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