martes, 3 de noviembre de 2009

Laura Powers - " Sisters of The Wind "

Para todas las hermanas que tengo y que tendré

lunes, 29 de junio de 2009

La noche oscura del alma


En mi noche oscura del alma, donde no hay luz, porque todavía no he visto que estoy en la luz desde siempre, me duelo y lloro y desde mi dolor pido por la renovación de mi alma y de mi espíritu, el desapego del ego y de mis propias miserias que mi impiden ser.

Pido porque mi noche oscura que ya es una noche larga no se convierta en la noche perpetua y mi alma nunca vea más la luz.

Pido para que mi corazón deje de llorar y mis lágrimas se transmuten de lágrimas de dolor en lágrimas de alegría.

Que la luz del Amor de la Diosa abra los ojos de mi alma. Que así sea

viernes, 5 de junio de 2009

Danza del corazon único

Entra en armonía con el Ritmo de la Unidad con la Danza Sagrada del Único Corazón

Vinimos a la Tierra para Abrir el Portal de Paz con la Danza de las Danzas. Así, necesitamos el Poder del los Poderes para realizar este Acto desde el Corazón. Nuestro Corazón, donde Todos los Opuestos se funden en UNO para encontrar el Poder del UNO.

La Sagrada Danza-Camino del Corazón Único hace surgir este Poder de la UNIDAD que la mayoría de la Humanidad ya ha olvidado que siquiera existe, dentro de UNO mismo. Las palabras por sí solas no son capaces de explicar esta Presencia de la UNIDAD, es necesario que entremos en RITMO con Ella, que abramos nuestro Corazón y RECORDEMOS.

Esta Danza Sagrada es para aquellos que deseen formar parte del PLAN para la Realización del milagro más grande del Universo: La PAZ MUNDIAL. Hazla, Siéntela, Se ella. NOSOTROS somos EL que estábamos esperando. Esta Danza transmite la fuerza para Saber y Sentir que SOMOS UNO. Sincroniza cuerpo, mente y espíritu con el Universo Infinito. ¡Se un Danzante de Paz hasta que todo el mundo se haya unido al Círculo de Corazones en el año 2012!

ES más que una Danza. Es una Enseñanza Sagrada en Ceremonia.
Esta estipulado que aunque la Danza puede ser practicado por cualquiera, sin importar sus creencias religiosas o cualquier principio vital, el único propósito de la Danza es que nos DEMOS CUENTA que TODO ES UNO, de forma que la Paz Mundial tenga una Base Verdadera sobre la que desarrollarse.

! Agita el Hormiguero con la Sagrada Danza- camino del Único Corazón!
Con Roy Littlesun y Amigos

“La semilla está en el árbol y el árbol está en la semilla”. Esta es la formula de nuestra Vida Total-Universal, que describe lo Eterno que constituye nuestro verdadero Ser.

Hoy en día, la mayor parte de la Humanidad está arraigada en la Dualidad, en el sentido de que los opuestos son percibidos como separados y en conflicto. Así, la liberación de este enredo requiere que seamos Verdaderos hacia el Ser. Por esta razón hemos de hacer de la Ley Eterna del Creador nuestra Constante primaria.

El último Mensaje del Hopi (Titus Qomayumptewa) al mundo es que la Ley del Creador ha de ser revelada, de forma que podamos transformar el mundo ilusorio de hoy de nuevo hacia el Orden de la Creación. Efectivamente, el CAMBIO es la Ley del Creador. Solo según esta Constante puede la Tierra ser liberada de barreras.

La esencia del Mensaje ha sido destilada en la Danza-Sendero Sagrado del Único Corazón. Como lo expuso Titus: “ agita el hormiguero y di al mundo la verdad sobre a Ley del Creador”…y esto es lo que la Danza Sagrada (además de las enseñanzas complementarias en Ceremonia) están de hecho haciendo!
Titus el anciano Hopi dijo a su hijo adoptivo “agita el hormiguero y dile al mundo la versas sobre la Ley del Creador”. Asi lo hizo Roy desde 1984, cuando salió en su peregrinaje global. Entonces, todo se colocó en la forma de la Sagrada Danza-Camino del Único Corazón, con la visión de que será practicada en todo el mundo para el 2012. Literalmente agitando el mundo, como lo hacen los Hopi con sus danzas ceremoniales.
Así, Littlesun ha estado instruyendo a gente que a su vez quiere estar cualificada para enseñar la Danza a otros... Individuos u organizaciones de todo el mundo pueden invitar a Roy y/o a amigos capacitados, para familiarizarse con la Sagrada Danza-camino del Único Corazón (incluyendo enseñanzas complementarias en ceremonia).

En Preparación para el Retorno a la Unidad con la Danza-camino del Único Corazón

Para demostrar la idea y principio de la Sagrada Danza-Camino del Único Corazón:
Coge una hoja de papel en la mano. Esto representa la Unidad, origen de cada uno de nosotros.
Rómpela en pedazos cada vez mas pequeños hasta que no se pueda dividir mas. Esto demuestra el PODER que hemos ganado atrves de la Diversidad que hemos estdo atravesando.
Ahora esparce todos los pedazos. Esta separación de las partes se asemeja a la división que sufre la Humanidad hoy en día. Cada parte puede ser objeto de la falta de Poder, porque a cada una le falta el Poder de la UNIDAD.
Ahora pide a la gente que recoja los pedazos y los una. Este es el verdadero sentido de la Paz Mundial, donde cada uno surge como el UNO que hemos estado esperando.
La Sagrada Danza-camino del Único Corazón sigue el Patrón-Camino de la circulación de la sangre del cuerpo (centrada alrededor del corazón) que es para todos. Así, incluso a pesar de las extremas divisiones sectarias, políticas, sociales, tribales y tradicionales…podemos ganar el Poder que necesitamos, para DARNOS CUENTA de el UNO que realmente somos.

Esto requiere que participemos en la Danza para conocer lo que aquí se describe. Además la Danza es terapéutica, porque sincroniza el cerebro y el corazón con el orden universal mediante el cual se mantiene la Creación. Así, con una percepción enfocada podemos mantenernos centrados en el mundo caótico y confuso de hoy. Sera de gran ayuda para esta era de Purificación, en preparación para el RETORNO a la UNIDAD. Retornaremos, tan seguramente como “la semilla esta en el árbol y el árbol esta en la semilla”. TODO ES UNO.
Colócate en el Testigo Consciente con la Sagrada Danza-camino del Único Corazón

Alcanzar la Felicidad es liberarse de las Condiciones, como la posición INMÓVIL del péndulo, desde donde se controla la oscilación. La oscilación es la Danza-Camino. Sus dos puntos-inmóviles (la polarización), donde cada extremo se Convierte en el otro, nos mantienen EN la Ilusión. Haciendo la conexión Consciente entre lo que Cambia y lo que no cambia…podemos salir de la oscilación y convertirnos en Testigo, permitiendo que nuestra Presencia Entre en el Centro de los centros. Liberarnos de las condiciones tiene que ver con el Amor Incondicional. La Danza-Camino del Corazón Único es Darnos Cuenta de que el Centro desde el cual se produce la Consciencia procede del Corazón. Conseguir hacernos Testigos Conscientes es la Auto-Realización.

¿Porqué Sagrada?

Todas las danzas son terapéuticas de alguna forma. Así que, ¿qué tiene de importante la Danza del Corazón Único y que la hace Sagrada?
Hay danzas sagradas que sólo pueden practicar los iniciados en templos. El hula de Hawaii y el wayang de Java se acompañan de los tonos sagrados de instrumentos musicales especiales. El principio es la unidad de todas las cosas y que el ser humano es un microcosmos de la creación. Con un movimiento consciente del cuerpo y una “fórmula especial” el danzante puede provocar un gran efecto en el medio ambiente e incluso en el universo.Roy Littlesun estableció con uno de los últimos guardianes de la sabiduría Hopi (su padre adoptivo Titus) el compromiso sagrado de compartir con el mundo la verdad de la Ley del Creador. Por esta constante absoluta y eterna, el CAMBIO, la Paz Mundial llegará para armonizar lo interno y externo con toda la creación. Si hacemos de esta ley nuestra primera constante, también podemos revocar las leyes políticas duales. Estas leyes secundarias, como mantienen la división (“bien-mal”), se utilizan como armas y al final se harán ley. Esto es lo que está sucediendo hoy en día por todo el mundo. Pero no conseguiremos establecer la Paz Mundial con ningún tratado ni cualquier otro sistema artificial, incluida la democracia. La guerra y el terrorismo se originan por la desviación de la Ley del Creador.La Verdadera Paz empieza en nuestro interior y todo nuestro ser ha sido creado de la forma más precisa para VIVIR según esta Ley, el CAMBIO. Con el Cambio no sólo podemos armonizar lo interno con lo externo, sino que por esta constante, cada célula y sentimiento de nuestro ser afecta a los trillones de células restantes. Teniendo en cuenta que cada célula del cuerpo representa una estrella… considera la gran responsabilidad que tenemos como indivi-duos (=“indivisible-dos”) de Vivir realmente la Ley Única. Sin embargo, la humanidad se ha sido moldeada según un orden que no funciona, pero que conviene al sistema politico / económico. Así que el regreso al Orden Universal ha de EMPEZAR por el Individuo Verdadero. Durante una enseñanza de fin de semana en Ceremonia en Asturias, todas las enseñanzas que Roy lleva compartiendo durante los últimos 36 años ¡se destilaron en la Danza Sagrada del Corazón Único!. Esta danza sigue el patrón de la Creación, que también es el de la circulación sanguínea dentro de nuestro cuerpo. De esta forma, con el conocimiento básico del por qué y cómo se mantiene el patrón al ritmo simple de un tambor, se produce una gran sincronicidad interna / externa. La danza armoniza también el cerebro y el corazón, concentrándose en el Centro de los centros a partir del cual se produce una nueva perspectiva de la vida. Es verdaderamente sagrado saber que nuestro cuerpo es el templo más sagrado. La danza también despierta al verdadero guerrero de la paz que debe ganar la batalla decisiva en su INTERIOR. Este despertar ocurre gracias a la Memoria de que el Úno está en cada uno de nosotros y en todas las cosas. Esta memoria está contenida en el núcleo de nuestra sangre, que a su vez establece el sistema immune natural.

Aquellos que ya han experimentado la Danza del Corazón Único, les encanta. Con las enseñanzas complementarias, que pueden compartirse en unas horas, el aspirante podrá hacerse instructor de la Danza del Corazón Único. La visión es que esta danza se baile globalmente en todo el mundo para el 2012. Cuanta más gente entre en la batalla interna decisiva, menos tendremos que luchar en el exterior.
Lo que sigue explica con mayor detalle nuestra íntima relación con el Universo Infinito, nuestro aliado más leal y valioso para vencer la batalla de las batallas.
Extracto del Mensaje tawa¡NOSOTROS SOMOS EL MILAGRO! Este mensaje explica por qué “Tawa” significa “Sol” en Hopi y “Luna” en Tibetano. La Madre Tierra une estos dos significados diferentes en una palabra. Esta Unidad ¡también podemos encontrarla en nuestro corazón! Nuestro corazón late por la sangre, que interconecta todas las células de nuestro cuerpo. ¿Por qué hace eso la sangre? La sangre es la transmutación biológica de la comida y la comida es la acumulación concentrada de las energías del medio ambiente. Este reino se extiende hasta el Infinito.
Fuera de nuestro Sistema Solar las energías del Universo se centran alrededor de las estrellas. Todas las estrellas interconectan unas con otras por sus rayos de luz. Nuestro sol es la estrella más cercana a nosotros y con su luz el planeta Tierra recibe las energías del Cielo. Por esta unión de Cielo y Tierra, las plantas (la comida) crecen y, cuando comemos esa comida, las estrellas de afuera se convierten en las estrellas de adentro, las células de nuestro cuerpo. Igual que el Sol interconecta con todos los otros Soles, nuestro corazón busca la unión con todos los soles internos a través de la luz del sol licuada – la sangre. Entonces, el ser que Come se convierte en comida y devolvemos al exterior nuestras expresiones o comportamiento. Se crea entonces el “holograma” en el que podemos crear nuestra propia realidad.Antes de que las energías de las estrellas alcancen el Sol, están influenciadas y organizadas en las doce constelaciones o cuerpos celestes. Este reloj celestial regula el ritmo del flujo de energía antes de darnos cuenta de que nuestro corazón “late”. Estas doce constelaciones se manifiestan dentro de nosotros en los doce órganos u organizadores. Cuando finalmente la Tierra captura las energías de las estrellas, estas se convierten en la ecología y ciclos del planeta, que también se manifiesta en nuestro cuerpo.

Nuestra sangre está sincronizada con el agua del océano (ambas tienen la misma salinidad y composición mineral) y el pulso de nuestra sangre resuena con las olas del océano. Los pulmones se convierten en nuestros bosques internos y respirando mantenemos la relación interna entre ellos. Los ríos son nuestros vasos sanguíneos, los lagos nuestro hígado, los arroyos nuestras glándulas salivares, la lluvia es nuestro sudor, el viento nuestra respiración, el trueno se transforma en nuestra palabra, el relámpago en nuestra visión, las vibraciones atmosféricas en nuestra habilidad de pensar, etc … La Luna refleja el Sol e internamente se manifiesta en sentimientos. Físicamente la Luna está representada por el pericardio (bolsa en la que está contenido el corazón y uno de los doce órganos) gracias al cual nos hacemos conscientes de lo que está dentro y lo que está fuera. Purificando nuestra sangre conseguiremos la verdadera salud y la gran Alegría de la Libertad en el círculo de la Luz.El grado de sincronicidad o la Unidad entre las “estrellas de adentro” y las “estrellas de afuera” depende básicamente de nuestra forma de comer. Comiendo la comida Universal de la forma Universal, podremos volver a los Cielos con un sentido más grande de Ser. Los rayos del sol impregnan la Tierra y las plantas extienden la radiación de la Tierra. Para que las energías de la Tierra asciendan, necesitan organizarse dentro de un cuerpo que pueda contener la integridad de la Tierra y tener la habilidad de trasmutar biológicamente la comida en frecuencias más altas de energía. Esta ascensión empieza con la integración del centro de la Tierra (hierro, Fe) convertido en el núcleo de nuestra sangre, alrededor del cual se centra la complejidad de la Tierra. Allí donde llegue circulando nuestra sangre, podemos sentir y GRACIAS AL Potencial Humano podemos radiar la Tierra más allá de la Luna a reinos muy distantes del Universo Infinito.

Moviendo nuestro Cuerpo somos capaces de extender el Poder de la Tierra. Un Terremoto puede liberar la Fuerza de más de mil mega bombas de hidrógeno, un rayo libera al menos la Energía igual a la liberada por 500 mega bombas de hidrógeno. Cuando hablamos y vemos, el rayo y el trueno se hacen conscientes a través de nosotros. Partiendo del CORAZÓN, donde todos los opuestos se funden en UNO…¡podremos alcanzar todo nuestro PODER! La Danza del Corazón Único puede hacernos Recordar que somos el que estábamos esperando. Todo lo que exige es la Dedicación Absoluta a la UNIDAD que está en nosotros y en todas las cosas. Así que, ayudemos a liberar al Mundo de sus fronteras con la Danza Sagrada del Corazón Único y conseguir así la Paz Mundial, creada por el CÍRCULO DE CORAZONES.

Siete caminos para la mujer


Una leyenda de la Nación Lakota, la de la Mujer Búfalo Blanco, describe las siete etapas que sigue la mujer en su camino hacia la autorrealización. Seguir las siete etapas constituye un ritual sagrado que abarca toda la vida.


1. El camino de la hija

Este período comprende desde el nacimiento hasta la aparición de la primera regla. Todavía es una niña, física y psíquicamente dependiente, mentalmente receptiva, que absorbe todo tipo de enseñanza, ejemplo o estímulo que se le presenta. Si todas estas influencias exteriores son apropiadas, estructuradas y emocionalmente equilibradas, la niña desarrollará el equilibrio, respeto, dignidad y autoconfianza que luego necesitará como recursos para llevar una vida en armonía con todo lo existente.

2. El camino de la mujer

Abarca los años en que una mujer desarrolla la autoconfianza, aprendiendo a controlar su vida, independiente de los adultos. Aprende a través de la experiencia personal, desarrolla sus propias respuestas emocionales y mentales y elige sus relaciones. Empieza a explorar su sexualidad y a construir su espiritualidad. Son los años en los que empieza a conocerse y, poco a poco, llega a ser una persona responsable y madura (en nuestra sociedad actual este período va desde la adolescencia hasta los 28-32 años).

3. El camino de la madre

Desde el punto de vista espiritual, el nacimiento de un hijo -para la mujer Lakota- es el evento más importante de la vida de una mujer; ya que entonces entra a formar parte de la comunidad espiritual femenina. Al cruzar la frontera entre la vida y la muerte con el parto es recibida en la comunidad de las matronas, donde inicia la verdadera enseñanza. En el período de la madre aprende la disciplina del sacrificio: cuerpo, tiempo, psique, conocimiento, vida social, condición económica, relaciones y valores son puestos al servicio de los niños. Este pasaje, ambivalente como ningún otro, la empuja a superar todos los límites que tenia previstos. Aprende a controlar completamente su mundo, intentando armonizar sus necesidades individuales con las demandas externas que constantemente caen sobre ella; alcanza así el poderoso equilibrio entre realidad interna y externa sobre el cual se basa este ritual sagrado. En el camino de la madre, la vida espiritual de la mujer pone sus raíces y florece: no hay que olvidar que en muchas culturas antiguas el dar a luz representaba para la mujer una iniciación.

4. El camino de la recogedora y el de la ritualista

Ambos caminos son tan antiguos como la raza humana. Recoger es una disciplina que requiere respeto antes que nada; desarrolla poderes especiales de observación y discernimiento en el conocimiento de las estaciones, del clima, de la astronomía y de la curación. Armada únicamente de conocimiento, de intuición y de oraciones, la mujer recolecta gran cantidad de plantas y de sustancias minerales para la cocina, la magia, la higiene y la cosmética. La recogedora tiene que conocer perfectamente dónde y cuando encontrar lo que necesita, la forma más adecuada de conservar, almacenar, preparar las sustancias y utilizarlas en condiciones que resulten eficaces e inocuas. Una Mujer Medicina nativa nunca aplica el mismo remedio al mismo síntoma físico en distintos pacientes, ya que trata al ser en su totalidad. Para ella "hacer medicina" es conocer al paciente, a su familia, su condición espiritual, mental, física, ambiental y social, y cómo combinar todo esto en el proceso de curación. La aspirante-Mujer Medicina es también muy consciente del espíritu que hay tras la planta, roca o cristal usados en el tratamiento, a los cuales hay que dar las gracias por la ayuda que le están aportando. Esta parte del trabajo de una Mujer Medicina se caracteriza por la tensión espiritual, aunque no tan intensa como en su primer parto, sus primeras reglas o su responsabilidad de mujer joven de aprender a respetar a los demás (humanos y no humanos) y a sí misma. Una Mujer Medicina que no consigue equilibrio, responsabilidad y ser consciente puede suponer un desastre para toda la comunidad, porque el poder de la mujer es grande, y cuanto más desarrolle la disciplina y la devoción, más aumentará su poder. Las mujeres que siguen el camino de la recogedora y de la ritualista tienen que ser interiormente seguras, estar profundamente preocupadas por la vida espiritual del planeta y ser capaces de sacrificar su trabajo y su ego por el bien de la comunidad. La ley espiritual básica que la mujer aprende en el camino es que la aspirante a Mujer Medicina da y da, mucho tiempo antes de recoger, aunque sólo sea poco, y todo lo que obtiene de su duro esfuerzo y pruebas personales lo tiene que utilizar en alimentar y fomentar la vida.

6. El camino de la maestra

Aprendiendo, experimentando, alimentando y trabajando la mujer alcanza la edad en la cual se vuelve transmisora de sabiduría espiritual y social. Es compartiendo con los demás las técnicas, las teorías y las experiencias que ha vivido como llega a ser una maestra. Entra en la menopausia tan profunda y madura como la fruta, como la flora. Si ha seguido los caminos descritos anteriormente con armonía entrará en el reino de lo sagrado como miembro de la comunidad mayor, derecho que se ha ganado a través de su trabajo, sacrificio y devoción. En este momento puede elegir su campo de acción puesto que es una Mujer Medicina, aunque existan otras formas menos obvias de llegar a serlo. Puede elegir la política, el servicio público o cualquier otra profesión; practicará de una forma sana y espiritual todo lo que decida ser. También puede escoger quedarse aislada o ser una abuela, continuando con sus nietos, sus bisnietos o bien otros niños sin hogar ayudándoles a crecer y educándolos. El modo en que una anciana enfoque su habilidad y su sabiduría depende de la naturaleza del trabajo espiritual hacia el cual ha sido conducida. Gran parte de su enseñanza se transmite a través del ejemplo; ella es un modelo para las mujeres más jóvenes en el camino, y su presencia y esencia revitalizan y enriquecen la vida de su comunidad entera.

7. El camino de la sabia

Alcanzada la vejez, la Mujer Medicina entra en el período de la maestría, habiendo desarrollado una verdadera sabiduría. El sentido del equilibrio que caracteriza al universo es ahora parte profunda de ella, así como el sentido del humor. Está en contacto directo con hechos naturales y sobrenaturales, siendo capaz de aceptar sus directrices. La esfera de su trabajo ha trascendido su ser personal y privado, su familia; su comunidad se extiende ahora hacia las estrellas. Es un ser sagrado: es completa.

Los siete caminos proporcionan a la mujer la fuerza, la disciplina y la profunda conexión que necesita para canalizar el poder espiritual sin causar daño a sí misma ni a los demás. Le ayudan a desarrollar humildad, orden, respeto dignidad y el sentido de cuidar a toda criatura, dándole una profunda comprensión de sí misma en los aspectos interiores y exteriores. Existen otras formas de autorrealización, pero este bellísimo ritual nos recuerda que no hay que quemar etapas sino vivir con entrega y aceptación todas las experiencias que llegan, sean aparentemente buenas o malas, porque es lo que toca vivir, y probablemente es lo mejor que nos puede pasar. A menudo las grandes enseñanzas las encontramos en la pequeñas dificultades diarias, por esto el "camino de la madre" es la etapa más difícil en la vida de una mujer; es el sacrificio del ego y el aprendizaje del amor no egoísta, requisitos esenciales para el desarrollo de una conciencia espiritual y cósmica.

Estos siete caminos son los de toda mujer que quiere incrementar su poder espiritual a través de toda una vida, recordando que cada prueba o dificultad que va superando es un paso más que va dando en su viaje hacia la totalidad.
Extracto del libro:
"MADRE TIERRA, HERMANA LUNA".
TIKAL EDITORIAL


Sanar el vientre


El cuerpo es un símbolo y el vientre, el útero femenino, es el símbolo de la conexión con lo no manifestado, la Diosa.

Se agrede el vientre femenino, cuando se ha hecho creer a la mujer que su regla es un trastorno, una molestia “que tiene que sufrir” y que la impide actuar en un plano de “igualdad” con el hombre. Cuando se la ha hecho separarse del momento sagrado que es la menstruación .



La Diosa es la energía femenina y representa la conexión con lo que se siente, con aquello que está ahí pero no se puede aprehender con la razón. Y en la mujer, canal femenino en la Tierra, la Diosa está ligada al poder de su vientre, que sanado, la une directamente con la energía del corazón y con la Presencia del Ser, del Todo.


Es necesario que el vientre femenino sea sanado de todo el dolor, de todo el miedo y de todo el rencor, del karma colectivo, de miles de años de aplastamiento de lo femenino, de desprecio y de agresión a la Diosa.




Existen diferentes formas, y lo que podríamos llamar técnicas de sanación, que desembocan todas en tomar consciencia de la verdadera identidad, despejando todas las creencias erróneas sobre uno mismo incrustadas en nuestra mente-cuerpo. El mismo acto sexual, en la forma tántrica, es una potente forma de sanación.





La mujer tiene que “abrazar su dragón”. Hacerse consciente de su herida y sanarla a través del perdón consciente. No se trata aquí de establecer culpables. La curación del ser humano exige que comprendamos que nuestra historia es una historia colectiva, es la historia del despertar de la consciencia, y en esa historia todos hemos estado implicados en multitud de vidas, unas veces haciendo de una cosa y otras de otra. Y lo mismo que la curación del planeta requiere que el hombre abra su pecho e integre lo femenino dentro de él, esa misma curación requiere que la mujer cure su herida a través de la comprensión de sí misma y del perdón consciente.




Sanación no se refiere sólo a los síntomas físicos ya manifestados. Ese sería únicamente el final del proceso de la enfermedad original, la mente. La sanación real requiere un proceso consciente. La medicina alopática tradicional sólo entiende de los síntomas externos una vez manifestados, que considera, además, ajenos a nosotros mismos, algo que “le viene a uno” no se sabe porqué. Cuando sólo intentamos curarnos de los síntomas externos cuando aparecen, y lo hacemos sin asumir la responsabilidad de nuestra enfermedad y de nuestra curación, sin tomar partido en ella, únicamente a través de medios externos, de medicamentos, de operaciones quirúrgicas, como propone la medicina convencional, no se produce realmente la sanación. Podrán remitir temporalmente los síntomas específicos, pero el origen energético/mental sigue ahí, reproduciéndose más tarde, puede que de otra manera.



Cuando hablamos de sanar no nos referimos a sanar una enfermedad física ya manifestada. Como decíamos, eso no es más que el final del proceso de una mente no curada. Aunque no haya enfermedad física manifestada, la sanación es igualmente necesaria, puesto que el problema es mental/emocional, se manifiesta en nuestra propia vida, que no es más que un reflejo de nuestra mente y nos impide tomar nuestro verdadero poder, acceder a la esencia de lo que somos. De esta forma, la sanación de nuestra mente, nos lleva a encarnar quien realmente somos, por una parte, y a evitar las manifestaciones físicas en forma de enfermedad, por otra.




La sexualidad tántrica puede ser una ayuda poderosa en el camino de sanación del vientre femenino, pues revierte el proceso de la enfermedad del desamor que inunda las células del vientre femenino. Comienza a darle “nueva información”, esta vez desde la consideración, desde el amor. Por eso es muy importante para cualquier mujer en el camino de sanación consciente, ser cuidadosa en sus relaciones. No se trata de represión, de negar ahora el derecho de libertad sexual, tan arduamente conseguido; sino de una toma de consciencia de “lo que estamos haciendo”.


Alicia (Conciencias)

Luna Roja

Extraído del libro LUNA ROJA,de Miranda Gray. Ediciones Gaia.)
EL DESPERTAR

Sumida en la oscuridad de su cuarto, Eva suspiró profunda¬mente. Había tenido un día realmente difícil: todo le había salido mal, y para colmo ahora había sido «desterrada» a su habitación sólo por haber discutido con su hermano. En un arranque de ira y frustración arrojó la almohada de su cama contra la puerta y ente¬rró la cabeza en el edredón, pero aún así podía oír hablar a su ma¬dre y también a su hermano, que no dejaba de gimotear.
De pronto reparó en una intensa luz plateada que entraba por la ventana y se giró hacia allí: por un instante fue como si el tiempo se hubiese detenido y el murmullo.de la televisión y las voces de la fa¬milia provinieran de muy lejos. Muy despacio se bajó de la cama y comenzó a caminar por el cuarto —que ahora le resultaba descono¬cido bajo aquel resplandor de plata— y se arrodilló sobre una vieja silla en la que se amontonaba una pila de ropa y situada al lado de la ventana; abrió ésta y se asomó. Era una noche cálida y mágica. So¬plaba una brisa fresca que se empeñaba en jugar con su pelo largo, y hasta la ciudad había adoptado una serenidad inusual: el tráfico noc¬turno no era más que un ruido sordo. La ventana de aquella habita¬ción daba al sur, así que la visión era realmente espléndida: desde allí se podían ver claramente todos los tejados de las casas vecinas.
Justo enfrente, suspendida en un cielo azul ultramar que le daba un marco imponente y con una única estrella como compañía, bri¬llaba la luna llena. Eva pidió un deseo en silencio mientras la con¬templaba: resultaba extraña flotando sobre la palpitante ciudad, irradiando una magia que la hacía estremecer. Su cuerpo entonces pareció fundirse con la luz de la luna y con la tierra sobre la que se encontraba su casa para fluir con ambas, y supo que esa misma luna había brillado sobre aquel preciso lugar durante millones de años. El Tiempo se hizo visible ante sus ojos: era un brillante hilo de plata que partía de ella misma y se extendía hasta la oscuridad del pasado. Aun con los pies en la tierra, el suave roce del Tiempo des¬pertó su conciencia. Primero le hizo ver una ciudad joven plagada de incendios causados por las bombas de la guerra y, casi inmedia¬tamente después, un pequeño asentamiento entre dos ríos atacado por invasores que encallaban sus embarcaciones en la orilla. Las imágenes siguieron cambiando en una rápida sucesión: un reducido grupo de personas que cavaban una trinchera valiéndose de picos hechos con cuernos dieron paso a la visión de extensos bosques que desplazaban a los seres humanos, para de inmediato pasar a blan¬cas olas de hielo que «limpiaban» la tierra. Los bosques, los ríos, los océanos y los desiertos avanzaban y se retiraban, y siempre brillaba la misma luna en el cielo. Finalmente surgió la tierra desde los océa¬nos primitivos, y por un instante la incipiente conciencia de Eva comprendió la eternidad de la luna y su silencioso compañerismo hacia todas las formas de vida.

El Tiempo había llevado la conciencia de Eva hasta el origen de la creación y ahora la dirigía hacia el futuro: frente a sus ojos las primeras criaturas terrestres comenzaron a emerger de las aguas en las que habían nacido, siempre bajo la luz de la luna llena; una hembra primate, sentada sobre las ramas de un árbol, extendía los brazos hacia arriba pretendiendo acariciar la superficie de la lumi¬nosa esfera, y una cavernícola desnuda y cubierta de tatuajes ofre¬cía a la dama del cielo su hijo recién nacido. Eva continuó obser-vando: una sacerdotisa vestida de blanco arrojaba incienso sobre un brasero dorado frente a un espejo de plata, y una niñita de pelo os¬curo se asomaba a una ventana y miraba la luna.
Bañada por la luz plateada, la jovencita pudo sentir que los zar¬cillos del Tiempo abandonaban su conciencia, pero que el rayo de vida que le conectaba con todas las demás mujeres que contempla¬ban a la Diosa Blanca seguía allí: estaba emparentada con todas ellas; formaba parte de una hermandad que había percibido la lla¬mada de la luna y había respondido a ella. Las tierras, el lenguaje y las culturas del mundo podían ser diferentes, pero todas las mujeres miraban la misma luna y estaban unidas por su luz y sus mareas.
La visión de la luna había hecho que Eva se sintiese pequeña e insignificante en relación con la inmensidad del tiempo, pero sin embargo ahora percibía que formaba parte de algo especial que su¬peraba su vida cotidiana. Extendió el brazo hacia el cielo como si quisiese tocar aquella poderosa fuente de luz y susurró: «Compa¬ñera de las mujeres: ¡vela por mí!». No sabía bien por qué lo había dicho, pero de lo que sí estaba segura era de que tenía una extraña
necesidad de expresar su repentina conexión con la luna. Detrás de sí, y como si se tratase de otro mundo, la jovencita oyó que sus pa¬dres apagaban el televisor y vio que la casa quedaba a oscuras; aun¬que deseaba estar toda la noche contemplando el cielo, de pronto sintió mucho sueño y a regañadientes se acostó. Siguió mirando el luminoso círculo desde la cama hasta que los párpados le pesaron demasiado y no pudo mantenerlos abiertos.


El pánico se apoderó entonces de su mente dormida: algo ma¬ligno le perseguía en la oscuridad. Cada vez más atemorizada corría a ciegas entre oscuras siluetas, y aunque quería gritar, no podía. Desconocía de qué estaba escapando, si «aquello» tenía alguna forma en particular o si se trataba de un fantasma o espíritu, pero de lo que sí estaba segura era de que el miedo surgía de lo más pro¬fundo de su ser. Las ramas le arañaban la cara y las manos mientras huía desesperadamente a través de un bosque denso y enmarañado, y sin embargo aquella forma estaba cada vez más cerca: podía sen¬tir su desagradable presencia.
Mientras corría, el sonido apremiante de un cuerno de caza que¬bró el silencio de la noche, y por un instante se detuvo para recuperar el aliento, sin saber qué camino seguir. Con el rabillo del ojo pudo ver que una sombra se deslizaba rápidamente hacia ella. «¡Demasiado tarde!», pensó mientras se daba la vuelta y se zambullía entre la ma¬leza; intentaba abrirse paso en la espesura, pero las espinas le rasga¬ban la ropa y le lastimaban las piernas. Presa del pánico miró detrás de sí y vio que otras dos horribles figuras se habían unido a la primera.
Los arbustos la arañaban ferozmente, y, cuanto más intentaba avanzar más le retenían las espinas. Atrapada y aterrorizada, se agazapó y, gimoteando, se cubrió la cara con las manos; rezó con toda el alma para que no le encontraran, pero pudo ver que las som¬bras se estaban acercando. Cerró los ojos con más fuerza que nunca y se puso a llorar.
De pronto pareció estallar frente a ella una brillante luz blanca que, al chocar contra sus párpados cerrados, adquirió un tinte rojo intenso. Sobresaltada abrió los ojos, y dentro de la luz pudo vislum¬brar la silueta de una mujer que, mirando hacia las sombras, le¬vantó los brazos y dio una sola orden: de inmediato las horribles fi¬guras se escabulleron en la oscuridad. A continuación ladeó la cabeza como si estuviese escuchando, y Eva pudo distinguir el débil sonido de un cuerno que, desde la distancia, anunciaba una reti¬rada. Por último giró hacia la niña, y el aura resplandeciente que emanaba de ella se disipó poco a poco hasta dejar al descubierto su alta silueta bañada por la luz de plata de la luna llena. Fascinada, la jovencita se alejó de las espinas y estiró los dedos para tocar la mano que le tendía esa mujer, la Reina Luna, quien sonriendo dijo: «Bienvenida, niña», mientras que parecía que un millón de voces fe¬meninas repetían esas mismas palabras en la mente de Eva.
Pensó que jamás había visto mujer más hermosa, ya que bajo la luz de la luna su piel era suave y blanca como la seda y los ojos le brillaban con su reflejo. Vestía una larga túnica azul claro y sobre los hombros llevaba una capa que sujetaba con un alfiler de plata exquisitamente trabajado. El pelo, largo y claro, le caía sobre la es¬palda y una sencilla cinta le cubría la frente. Eva se sentía segura ante su presencia, y tuvo la rara sensación de que conocía a esta mujer de toda la vida. La Reina Luna la ayudó a salir de la densa maleza, y mientras caminaban entre los árboles plateados habló con una voz suave y melodiosa que se asemejaba a un manantial burbu¬jeante.
«Esta noche es muy especial para ti, pues la rueda de la vida ha girado para indicar que has dejado de ser niña y te has convertido en mujer. Mis hermanas y yo te guiaremos, y aunque tal vez no comprendas todo lo que veas o sientas durante esta transformación, al menos empezarás a hacerlo.
«Durante la infancia tus energías son lineales; fluyen constante¬mente con el único cometido de hacerte crecer tanto física como mentalmente para que dejes de ser un bebé y te transformes en una mujer adulta. Cuando llega ese momento las energías también se modifican: dejan de ser lineales y se convierten en cíclicas. Seguirán un ritmo que se repetirá una vez al mes, y el color y el sabor de tu ritmo serán sólo tuyos; yo estoy aquí para ayudarte a tomar con¬ciencia de ello, y para que conozcas las diferentes energías que en¬cierra ese ciclo.»
Habían llegado a un pequeño claro en el bosque; Eva miró hacia el cielo y se maravilló al comprobar que la luna estaba rodeada de miles de estrellas que parecían diamantes danzando en la oscuri¬dad; luego, durante un instante, el cielo cobró profundidad y reflejó la ilimitada inmensidad del universo.
«Por ser mujer estás vinculada al ritmo del universo. —Las pala¬bras de la Reina Luna parecían un murmullo en el espacio infi¬nito—. Durante generaciones las mujeres han sido la conexión entre el hombre y el cosmos pues, a partir de su primera menstruación, las hembras primates evolucionaron de un modo distinto que el resto del mundo animal, y cada flujo de sangre se transformó en un reloj que armonizaba con los ritmos universales.»
Tales palabras llegaron al alma de la niña, quien deseó viva¬mente poder abandonar las restricciones de su cuerpo y fundirse con las estrellas. Pero en ese momento un escalofrío le recorrió la espalda y, como si se tratase de un estanque agitado por las olas, la escena comenzó a oscilar hasta finalmente cambiar por completo.

Eva se encontró entonces de pie en una enorme y oscura habita¬ción circular con suelo de baldosas blancas y negras, en cuyo centro había cuatro imponentes trípodes de cobre que sostenían cuencos con fuego, a modo de antorchas. La luz débil y vacilante de las lla¬mas rodeaba e iluminaba la silueta de una mujer sentada que volvía elrostro hacia el lado contrario de donde se encontraba la niña, quien sin dudarlo un instante se le acercó, consciente de que la Reina Luna la seguía.

En un sólido trono tallado en madera se encontraba una mujer cuya belleza superaba cualquier descripción. Vestía una túnica de seda liviana, y tenía una melena que llegaba hasta el suelo y parecía florecer entre las baldosas. Al principio Eva creyó ver que estaba cu¬bierta de pies a cabeza por un finísimo velo plateado adornado con gran cantidad de joyas que brillaban intensamente, pero a medida que se acercaba pudo comprobar que las gemas eran en realidad minúsculas arañas que laboriosamente tejían el velo. El semblante de la mujer transmitía calma y serenidad, y miraba hacia un tazón de plata que reposaba en su regazo, lleno de agua cristalina. Una profunda quietud emanaba de aquella figura, como si fuese eterna; apoyaba suavemente las manos sobre el borde del recipiente, y de un corte en uno de sus dedos brotaban gotitas de sangre que, al caer al agua, la teñían de un color rojo intenso.
—¿Quién es? —preguntó Eva.
—Es la Señora de los Ciclos —respondió la Reina Luna—. Cada gota de sangre marca una luna nueva, y cada lágrima, una luna llena.
Entre las largas pestañas de la mujer apareció una única lá¬grima que comenzó a deslizarse por su mejilla.
—¿Cuánto tiempo lleva aquí?
—Desde que la primera mujer comenzó a menstruar. Permane¬cerá aquí a través de los tiempos, contando los ritmos de la luna y midiendo los ciclos femeninos, que son diferentes de los de los hom¬bres: ellos siguen al sol, mientras que nosotras nos guiamos por la luna. Como verás, fueron las mujeres las que por primera vez midie¬ron el tiempo.
La Reina Luna cogió a Eva de la mano y juntas dejaron la habi¬tación tras cruzar una puerta de roble; fuera, la luna llena ilumi¬naba el bosque. Al darse la vuelta, la jovencita vio que acababan de salir de una enorme cabana circular con techo de paja que parecía tocar el cielo, como si fuese una colina. Cuando la Reina Luna hubo cerrado la puerta, se agachó para coger una rosa de un arbusto y se la ofreció a Eva.
—Es un regalo de la Señora de los Ciclos.
La rosa se veía de un blanco purísimo a la luz de la luna, pero en cuanto la niña le tocó el tallo, el centro de la flor se tino de un color rojo profundo que fue cubriendo los pétalos hasta hacerlos cambiar de color completamente. Rítmicamente la flor pasó de ser roja a blanca y roja nuevamente entre las manos de Eva quien, al levantar lamirada para interrogar a la Reina, se dio cuenta de que la luna había cambiado: ya no estaba llena sino en cuarto menguante; luego desapareció por completo y por último resurgió en cuarto creciente. Cada vez con mayor velocidad la luna siguió pasando por cada una de sus fases mientras la flor también cambiaba de color cíclica¬mente; a veces era la flor blanca la que coincidía con la luna llena, y otras lo era la roja: Eva entonces comprendió que el ciclo de la rosa oscilaba entre la luna llena y la nueva.
Con un dedo tocó aquella flor fascinante, y al instante sus péta¬los se convirtieron en suaves plumas que danzaron en el aire; fue tal su sorpresa que se echó a reír, y en ese momento una paloma blanca se elevó hacia la oscuridad del cielo.
—Durante tu vida fértil tu ritmo te acompañará; a veces coinci¬dirá con el de la luna, otras será más largo o más breve. Menstrua-rás con la luna llena y tal vez con la luna nueva; todo ello es natural: tú eres tu propio ritmo y debes conocer y aceptar tu ciclo individual. A lo largo de la historia, todas las mujeres han estado unidas por los ritmos de la luna.
Eva entonces volvió a sentir que estaba hermanada con las mu¬jeres prehistóricas y que todas, incluso ella misma, estaban vincula¬das a la luna.
—¿Qué necesidad hay de relojes si estamos unidas a los ritmos y las normas de la tierra y el universo? —pensó.
Pero de pronto sintió un dolor punzante en el dedo: se había cla¬vado una espina de la rosa que llevaba en la mano, y en la yema bri¬llaba una gotita de sangre de color rojo intenso. La Reina Luna le cogió la mano y con mucho cuidado limpió el líquido carmesí con un pañuelo blanco; con él envolvió cuidadosamente el tallo de la flor, besó a Eva en la mejilla con gran delicadeza y sonrió.
—Tienes que conocer a mis otras hermanas, pero primero debes descansar.
La niña estaba a punto de decir que no estaba cansada cuando repentinamente sintió que el letargo se apoderaba de ella: no podía dejar de bostezar. La Reina Luna, aún sonriendo, la condujo hasta la base de un gran roble y le indicó que se acostara sobre un trozo de tierra cubierto de musgo; entonces, acurrucándose entre las raí¬ces del árbol, Eva cerró los ojos. Antes de dormirse, sin embargo, se detuvo a contemplar el reflejo de la luz de la luna sobre las zarzas.
Cuando despertó, el canto de los pájaros invadía el ambiente. Se sentó y bostezó; se sentía renovada y feliz. Luego se apoyó contra la base de un ciprés muy alto que se encontraba en una colina rocosa, dorada como la arena, y desde allí comprobó que estaba rodeada de un bosque de pinos, abedules, cipreses y olivos; a lo lejos se veía elazul del mar. De pronto alguien le cogió la mano y le hizo ponerse de pie y empezar a correr: se trataba de una joven griega no mucho más mayor que ella, muy bella, de pelo rizado —que llevaba recogido con un pañuelo—, y piel suave y delicada; vestía una corta túnica de tela liviana sujeta al pecho con hilos dorados, y sandalias de piel cuyas correas le llegaban a las rodillas. En la otra mano llevaba un pe¬queño arco de plata, y una aljaba de cuero colgando del hombro.

Ya completamente despierta, Eva consiguió llevar el ritmo de su acompañante y sintió la belleza de la libertad de movimiento. Mien¬tras corrían bajo la luz del sol se dio cuenta de que no estaban solas: con el rabillo del ojo pudo distinguir las figuras saltarinas de una cierva, de una hembra de gamo, otra de liebre y una tercera de ca¬bra salvaje, así como una osa que también corría. De improviso una leona salió de su escondite y se unió a ellas en su carrera a través del bosque: bajo el sol parecía un rayo de luz, y los ojos le brillaban con la intensidad del fuego.
Eva sentía que podría correr eternamente, pero por fin dejaron atrás los árboles y se detuvieron en la ladera de una verde colina que se extendía hasta un llano; desde allí pudo divisar una pequeña bahía, apenas visible bajo la bruma que producía el calor y que re¬flejaba la intensa luz solar. Cansada pero no exhausta, se sentó y es¬tiró las piernas. La joven griega se unió a ella y la leona se posó ele¬gantemente a sus pies.
—Mi nombre es Artemisa, la mujer del Arco Brillante —dijo la joven, y echó la cabeza hacia atrás—. Soy una de las diosas vírge¬nes.
Eva notó que alrededor del cuello llevaba un cordón de cuero del que pendía la diminuta figura de un falo.
—Se ha escrito mucho acerca de las diosas vírgenes, y también se ha esperado mucho de la virginidad. —Hizo una pausa y luego se inclinó para tocar el vientre de Eva—. Tú eres virgen en el sentido moderno del término, mientras que yo soy virgen tal y como se en-tendía en la antigüedad. Soy una mujer que sólo se ocupa de sí misma; soy independiente, segura y consciente de mi persona. Cele¬bro la vida a través de mis acciones y estoy completa. Represento la etapa del ciclo menstrual anterior a la liberación del óvulo; no soy fértil y en consecuencia no creo vida. Soy yo misma y mis energías son mías.
Artemisa tocó el falo que llevaba al cuello y sonrió.
—No soy célibe; disfruto de la sexualidad de mi cuerpo y estoy completa sin tener la necesidad de casarme ni tener hijos.
Se pusieron de pie y comenzaron a caminar hacia los árboles.
—Todos los meses pasarás por una etapa de renacimiento: despues de cada menstruación serás como una virgen otra vez. En la antigua Grecia existían ceremonias en las que las mujeres lavaban su ropa blanca manchada de sangre una vez finalizado su ciclo menstrual, y celebraban su renacer como mujeres completas y tota¬les. Este es el momento en el que debes poner orden a tus pensa¬mientos, tomar decisiones claras y actuar de acuerdo con ellas. Eres independiente, consciente de tu cuerpo y sus necesidades, y estás segura de ti misma. Algunos hombres se sienten amenazados por esta fase y consideran que sus atributos son «masculinos», pero son tan inherentes a la mujer como el hecho de cuidar y nutrir a los de¬más. Son un don: dales buen uso.
Mientras Artemisa hablaba, Eva sintió la calidez de su propio vientre y luego un fuego que le recorría el cuerpo y le hacía desear echarse a correr de nuevo; sin embargo se contuvo.
—¿Qué sucede cuando eres mayor y dejas de tener el ciclo?
quiso saber.
—Eres como una virgen otra vez. Es el momento propicio para que la mujer se detenga a examinar su vida, acepte su mundo inte¬rior, si es que aún no lo ha hecho, y se mueva dentro de él. Pero no estoy aquí para enseñarte eso todavía; tienes muchas otras cosas que aprender antes de que llegues a esa etapa de tu vida.
Caminaron en silencio durante unos minutos, y cuando Eva giró para hablar con la diosa, se dio cuenta de que estaba sola; miró a su alrededor y comprobó que no sólo Artemisa había desaparecido, sino también el bosque y la ladera. Ahora se encontraba de pie entre las líneas perfectamente simétricas de un huerto de olivos; los árbo¬les llegaban hasta el borde de un acantilado desde el que podía verse el azul profundo del océano rompiendo contra las rocas blancas. De pronto una mujer hizo su aparición entre los olivos y, sin ninguna prisa, comenzó a caminar hacia ella: Eva se preguntó si sería otra de las hermanas de la Reina Luna y la examinó minuciosamente mientras se acercaba.
Se trataba de una mujer alta y elegante, de facciones fuertes y mirada inteligente y penetrante; tenía pelo negro y lo llevaba reco¬gido con alfileres de oro. A diferencia de Artemisa, vestía una falda de lino blanco y fino paño dorado, cubierta de bordados y acabada en borlas. Sobre los hombros llevaba una blanquísima piel de cabra que sujetaba con dos broches en forma de cabeza de serpiente, y en la que se podía apreciar el bordado de una cara de color rojo—do¬rado, con serpientes a modo de cabello; también había serpientes, pero doradas, decorando el borde de la piel. Con la mano derecha la mujer sostenía una lanza con punta de bronce, y en los pies llevaba unas sencillas sandalias.
El calor del mediodía era tan intenso que rizaba el aire; sin ha¬blar, la impactante mujer invitó a Eva a acercarse hasta la sombra de un pequeño olivo, debajo del cual había un pequeño altar y una silla de piedra. Tomó asiento e indicó a la niña que hiciese lo mismo sobre la hierba, a sus pies; por un momento la miró fijamente y luego habló.
—Soy Atenea, la Virgen Eterna, el fuego que crea la sabiduría fe¬menina. —Cogió a Eva de la mano y continuó—: Tu ciclo no sólo te proporciona energías creativas para engendrar un niño real; asi¬mismo te permite dar vida a una idea, que también es tu hija. —En¬tonces tocó la frente de la jovencita—. Tú produces la chispa de la vida, la llevas en tu cuerpo, la nutres y dejas que crezca para por fin hacerla salir al mundo. Los niños reales lo hacen a través del útero, mientras que las ideas surgen de tu cuerpo, tus manos, tus pies, tu voz. —Besó la mano de Eva como rindiéndole homenaje y siguió hablando—. Una mujer que no tiene hijos no está incompleta ni es antinatural, ya que su descendencia son las ideas que lleva en su in¬terior, y su nacimiento es el modo en que las expresa en el mundomaterial.
—¿Y de dónde provienen estas ideas? —preguntó la jovencita, perpleja.
—Tu sexualidad despierta ciertas energías que siembran las se¬millas de la inspiración. El acto sexual puede crear tanto un niño real como una idea, y ser el fuego que guía al artista, el poeta, el músico y el vidente. Es un acto sagrado pues plasma lo divino en elmundo real.
Eva sintió que sus propios dedos generaban calor y palpitaban en su necesidad de crear.
—¿Cómo son esas hijas-ideas? —quiso saber. —Pueden adoptar infinitas formas. No importa de qué manera las expreses ni lo que tú o los demás piensen del resultado final: lo que cuenta es el surgimiento de una idea, y no la idea en sí misma. Tal y como sucede cuando tienes hijos reales, tu corazón siente de una forma determinada y tal vez te parezca que las opiniones de los demás son un ataque a lo más profundo de tu alma; pero siem¬pre debes permitir que esa hija crezca a su modo en el mundo ma¬terial. Crear puede ser una forma de meditar u orar, y es el acto de crear y no la creación en sí misma lo que refleja lo divino. Las mu¬jeres son diferentes de los animales, pues su sexualidad no se rela¬ciona simplemente con el acto de engendrar hijos, sino que libera sus energías todos los meses a través del ciclo menstrual. Esta es la sabiduría de las mujeres: de ella nace la capacidad de mejorar la vida, fabricar utensilios, crear relaciones estructuradas y comunidades, y expresar la relación que existe entre la humanidad y la na¬turaleza.
Atenea se agachó para recoger una moneda que estaba en la base del altar, cubierta de polvo, y se la entregó a Eva, quien la lim¬pió para poder examinarla: era pequeña, gruesa y estaba hecha de plata, aunque había perdido el brillo; en una de las caras podía verse una lechuza, y en la otra el retrato de la diosa llevando un yelmo.
—La moneda es un símbolo de las energías y los poderes que poseo —dijo Atenea. Eva levantó la mirada, sorprendida:
—¡Pero yo pensaba que el dinero era malo y causaba todos los problemas del mundo!
Atenea rió y dijo: —¿Qué hace falta para que exista una mo¬neda?: un artesano muy hábil y talentoso capaz de crear un objeto de semejante belleza. —A continuación cogió la que la niña tenía en la mano y la levantó—. La moneda necesita tener cosas que com-prar, y por eso la gente inventa objetos bellos y prácticos; necesita tener valor, y con ese fin las personas crean estructuras entre sí. Con la moneda llega la distribución y el comercio, y allí donde se encuentran las mercancías y las monedas florecen los mercados; a partir de ellos se desarrollan las comunidades, y las ciudades y los reinos evolucionan con las estructuras, las leyes, el aprendizaje y la cooperación. Como ves, la moneda simboliza la capacidad de orde¬nar la vida, crear estructuras y canalizar los instintos y las energías: es un símbolo de la civilización.
La moneda destelló bajo la luz del sol y la diosa continuó hablando: —No es mala, y tampoco lo son mis energías; la inspira¬ción, la claridad mental y la organización son energías que están abiertas a todas las mujeres dentro de su ciclo menstrual.
La moneda de plata brilló una vez más, y en esta ocasión Eva se encontró frente a la antigua ciudad de Atenas; las energías de las diosas estaban presentes en los intrincados diseños que un alfa¬rero pintaba sobre un ánfora, en la habilidad de un artesano que trabajaba una copa de metal cubierta de joyas, en la sutileza de un tejedor que regateaba con un mercader en una esquina, y en el modo en que se desarrollaban los juicios en las salas de tribunales del gobierno. Cuando miró hacia arriba, la imagen de Atenea se elevó hacia el cielo y se encumbró sobre la ciudad: en la mano dere¬cha llevaba una lanza, en la izquierda un gran escudo dorado, y en la cabeza un yelmo resplandeciente. La piel de la diosa se iluminó con gran intensidad al caer el sol, y un pequeño olivo de color verde oscuro creció a sus pies, sobre la estéril piedra blanca sobre la que ella se erguía. Desde allí miró a Eva, que estaba inmóvil y la obser¬vaba con los ojos muy abiertos, se inclinó hacia atrás, tensó sus brazos poderosos y a continuación arrojó la lanza con una fuerza colo¬sal: entonces un deslumbrante cometa de fuego atravesó el cielo a gran velocidad en dirección a la niña.

La estrepitosa luz sobrecogió a Eva, pues de ella surgían imáge¬nes que giraban vertiginosamente: vio cómo nacían, se desarrolla¬ban y prosperaban las comunidades primitivas, y comprobó que sus primeras expresiones artísticas reflejaban fielmente el universo; la luz volvió a brillar y entonces pudo apreciar la estructura de la so¬ciedad, la trama de las leyes, las enseñanzas, los juicios y las artes. Mientras tanto la ciudad latía vivamente, consciente de la energía que emanaba de la diosa. Eva sintió que de la oscuridad de su pro¬pio interior también fluía una energía blanca y pura, así que dejó a un lado sus dudas y temores y se abrió por completo ante aquel po¬der; durante unos instantes se sintió suspendida en el tiempo, pero enseguida el mundo regresó como si de una barrera de fuego se tra¬tase, lleno de color y extremadamente detallado. Cada imagen, tex¬tura, sonido y forma emanaba oleadas de ideas, conexiones y dise¬ños que daban vueltas por su mente para luego salir de sus labios como un torrente de poesía y revelaciones. Tan abruptamente como había aparecido, la avalancha cesó y, tras extinguirse el fuego, Eva se desplomó sobre el suelo, cansada pero en paz, ante aquella lanza que por fin se clavó en la tierra, a sus pies.
Después de descansar unos minutos se inclinó hacia adelante para cogerla, pero en ese momento un brazo poderoso la elevó por los aires junto a la lanza de Atenea, y la «arrojó» a la parte trasera de una carroza de mimbre que se movía a gran velocidad, guiada por una mujer de brillante pelo rojizo hasta la cintura que incitaba a sus caballos a ir más aprisa. Eva tenía miedo, pero a la vez estaba fascinada ante la habilidad y fortaleza de esa mujer alta e impo¬nente que se balanceaba con el movimiento de la carroza. Vestía una túnica de varios colores, y con un gran broche sujetaba una capa que se agitaba violentamente sobre sus hombros; alrededor del cuello lucía un collar de hilos de oro trenzados que reflejaban inten¬samente la luz del sol, tenía la piel bronceada, y los ojos le brillaban como el fuego. Por último Eva reparó en sus manos, que llevaban las riendas con maestría: eran toscas y estaban curtidas por la ac¬ción del aire, el agua y el sol.
El paisaje pasaba bajo las patas de los caballos con la celeridad de un rayo: en cuestión de un minuto pasaban de una pradera de color castaño a un bosque de robles; la velocidad era tal que parecía desgarrar el pelo de Eva y le hacía dar gritos de júbilo: se sentía más Inerte que nunca, con la mente aguda y clara, y ese vigor que le re¬corría el cuerpo le hacía sentirse capaz de lograr todo lo que se propusiese. Era libre e independiente: una leona con fuerza para luchar y dar protección.
Justo en el momento en que la niña sintió que iba a estallar de júbilo, la mujer hizo que los caballos dejasen de galopar, y ya al trote recorrieron un bosque, amparándose bajo la sombra de sus ár¬boles; les rodeaba una fresca sensación de quietud, pero la sangre de Eva aún burbujeaba de regocijo. Sonriendo, la mujer le ayudó a bajar de la carroza y dijo con voz profunda y potente:
—Mi nombre es Boudicca, y soy la Reina de los ícenos. Lucho para proteger y servir, nunca para destruir. Soy la verdadera Victo¬ria, arbitro de la paz; estoy comprometida con los demás y con sus causas, y mantengo ese compromiso.
A continuación ella también bajó y, dando largos pasos, se acercó a uno de sus caballos; mientras inspeccionaba sus guarnicio¬nes continuó:
—En la época de los celtas se respetaba a la mujer; las tierras y el poder eran suyos por derecho propio y se la veneraba por su jui¬cio y las virtudes que aportaba a la comunidad. La mujer incitaba a los guerreros a entrar en acción, pero también arbitraba la paz: era la fuerza que sustentaba a los hombres y a la tribu. —Acarició afec¬tuosamente el pescuezo del caballo—. Tú estás experimentando la fortaleza de la mujer, el radiante dinamismo de las fases de luz; pero dentro de un tiempo sentirás cómo pierdes esa energía, que se transformará en oscuridad. No mires atrás buscando la luz, pues si lo haces te perderás los dones de la oscuridad: busca en su interior, acepta sus poderes y observa la luz que de ella nace.
La Reina se dio la vuelta y de un salto subió a la carroza con la gracia de una gacela; levantó un brazo a modo de despedida y se alejó, agitando las riendas.
La carroza atravesó el bosque como un rayo de sol hasta que se transformó en un punto de luz en la distancia. Eva, moviendo enér¬gicamente los brazos, vio cómo la diminuta silueta de la Reina le decía adiós una vez más y por fin desaparecía llevándose tras de sí la luz del día, mientras ella seguía con los brazos en alto y un grito en la garganta. Se sentía un poco triste: Boudicca le había gustado mucho.
Una vez más se encontró de pie en medio del bosque; a su lado estaba la Reina Luna, y en su compañía caminó en silencio hasta que la energía de la Reina de los ícenos se hubo aplacado para transformarse en un sentimiento de seguridad y armonía dentro de su ser.
Llegaron hasta un claro; allí, en el centro de una pequeña isla, crecía un bellísimo árbol de tronco rosa que se dividía en dos ra mas, cargadas de frutos rojos. Era una imagen impactante: sus raí¬ces caían a las aguas del estanque que lo rodeaba, y la luna llena — que parecía estar sentada en las ramas superiores— reflejaba su luz en aquel espejo azul.
—Este es tu Árbol del Útero —dijo la Reina Luna mientras to¬caba el vientre de Eva, justo debajo del ombligo. En respuesta a esa caricia, la niña sintió que su útero irradiaba calidez y vio que el Árbol también respondía, brillando de energía.
—El estanque es tu subconsciente, y las raíces de tu Árbol llegan hasta su parte más profunda; esto quiere decir que la mente y el útero están íntimamente ligados: lo que pasa en uno de ellos se re¬fleja en el otro y viceversa.
Eva, que se sentía en paz y armonía con el árbol, no pudo resis¬tir la tentación de acercarse a él: caminó hasta la orilla y se detuvo a admirar las ramas con el deseo de tocarlas, mientras que las hojas, que cruzaban todo el estanque, crujían y susurraban su nombre.
—¡Eva, Eva! —parecían cantar—. Coge un fruto de tu árbol.


Entonces extendió el brazo para llegar hasta una rama que casi tocaba el agua, pero de inmediato retiró la mano: había visto una pequeña serpiente verde entre las hojas y los frutos, que silbaba mientras levantaba su cabeza triangular.
—Soy la guardiana del árbol —dijo, y sus diminutos ojos deste¬llaron en la oscuridad—. Si coges este fruto te convertirás en mujer y heredarás todos los poderes propios de la condición femenina. Menstruarás con la luna y te volverás cíclica, nunca constante: con-tinuamente cambiarás junto con sus fases. Los poderes de la crea¬ción y la destrucción despertarán en tu cuerpo, y mediante tu intui¬ción conocerás los misterios más profundos. Tu vida se transformará en una sendero entre dos mundos, el interior y el exte¬rior, y sentirás que cada uno de ellos te exige algo. Debes aceptar y apreciar todos los poderes que conlleva el hecho de ser mujer por¬que, si no lo haces, ellos mismos pueden destruirte. —La serpiente desenrolló su cuerpo—. No es fácil aceptar esta responsabilidad: se¬ría mucho más sencillo seguir siendo niña.
Eva permaneció inmóvil durante unos instantes y luego, deján¬dose llevar por un impulso, estiró el brazo y arrancó un fruto de la rama. En ese momento la serpiente la mordió y, antes de que Eva pudiera reaccionar, se metió en su interior y llegó a su vientre: en¬tonces la niña sintió un suave calor entre las piernas y de pronto, como si de agua se tratase, un arco iris de vibrantes energías fluyó de su vagina. Surgían desde su interior y le acariciaban la cabeza, la garganta, las manos y los pies, mientras que en su mente resonaba una única nota que le recorría todo el cuerpo y lo colmaba de sonido. Las energías se expandieron hasta abarcarlo todo y unieron a Eva con la creación, quien se convirtió así en el equilibrado eje en¬tre la energía y el mundo a su alrededor. Finalmente la niña levantó los brazos por encima de su cabeza y gritó de puro placer, derra¬mando toda aquella energía sobre el mundo como una espiral de so¬nido que se elevaba incesantemente. Con gran calma percibió ese poder que había estado latente en su interior y tomó conciencia de su propia capacidad de hacerlo surgir a voluntad. Cuando miró ha¬cia abajo, vio que la serpiente aún estaba en su interior, bajo su vientre. A continuación giró para alejarse del árbol, y entonces des¬cubrió que la Reina Luna estaba de pie a su lado.
—Ahora ya has asumido los poderes de la mujer. A medida que adquieras más experiencia con respecto a tu ciclo, necesitarás en¬contrar el mejor modo de utilizar esas energías durante tu vida. Pero no estás sola: desde tu interior recibirás la guía y el apoyo que te harán falta durante tu vida menstrual. Esta noche mis hermanas y yo te mostraremos muchas más cosas que te ayudarán a emplear el don que has recibido. Toca tu árbol una vez más.
Así lo hizo Eva y, como si se hubiese abierto una puerta, el tronco del árbol se partió en dos y dejó al descubierto el intenso co¬lor carmesí de su interior; allí había una mujer desnuda que tenía los ojos cerrados, y cuyo cabello rojizo se mezclaba con los vasos capilares del tronco. La niña sintió que el árbol de su interior se mo¬vía para fundirse con su útero, y mentalmente pudo ver cómo sus raíces se unían a él. Y la luna, mientras tanto, brillaba tanto en su mente como en las ramas del árbol. El fruto que tenía en la mano se deshizo gradualmente hasta desaparecer, y la niña se percató de que nuevamente se había quedado sola en el claro, en plena oscuridad.
En ese momento un destello blanco atrajo su atención: se tra¬taba de una gran liebre que la miraba fijamente. El resplandor de su pelaje iluminaba el claro con una suave luz plateada, y sus ojos os¬curos parecían estar llenos de estrellas y sabiduría; el único adorno que llevaba era un collar de pequeñas gemas rojas. Gracias a esa te¬nue luz blanca, Eva pudo ver que ya no estaba sola, sino rodeada de muchos animales de todo tipo que la observaban en silencio. No pudo menos que suspirar ante tanta belleza y poder: cada animal irradiaba gracia e inteligencia y todos parecían blancos bajo aquel resplandor. El brillo de sus ojos animó a Eva a acercarse a ellos sin sentir ningún temor, como si les conociese de toda la vida. Entonces pudo ver un toro muy grande y poderoso, un caballo salvaje de im¬ponente pelaje, un unicornio plateado, una paloma blanca, una pe-queña serpiente verde y una bellísima mariposa. La mayor parte de los animales parecía llevar alguna joya o cargar con un regalo u ob jeto, y la niña tuvo la sensación de que si hablaba, ellos le responde¬rían. La liebre se alejó dando largos pasos y se sentó entre dos leo¬nas, sin temerlas en absoluto: todos los animales estaban unidos a ella por un sentimiento de amor y comprensión, que también Eva compartía.

—Estos son los Animales de la Luna —dijo la liebre con una voz suave y argéntea como su piel—; son quienes custodian sus miste¬rios y traen mensajes de tu mundo interior, y viven tanto en tus sue¬ños como en el reino de las hadas, donde las bestias hablan y te ha-cen conocer no sólo mágicas maravillas sino también las fuentes de la antigua sabiduría.
Una lechuza de color blanco inmaculado se posó cerca de la niña, y su vuelo fue como un susurro del aire; giró la cara hacia ella y le enseñó los ojos, poseedores del conocimiento de los tiempos.
—Ellos te servirán de guía y te aconsejarán, pues conocen tu ci¬clo de forma instintiva y representan la gracia y la armonía del que vive en armonía con su propia naturaleza. A través de los sueños, uno de los Animales de la Luna puede anunciar tu ovulación o tu menstruación, o hacerte ver imágenes que te acerquen a tu ciclo y te ayuden a mantener una conexión consciente con tu propio ritmo. Debes recordar estos sueños cuando te despiertes, y presta especial atención al de esta noche, ya que el animal con el que sueñas cuando menstruas por primera vez puede seguir relacionado con¬tigo de un modo especial a lo largo de toda tu vida.
Parecía que la liebre sonreía mientras hablaba; luego se dio la vuelta y lentamente se dirigió hacia Eva llevando algo en la boca con gran cuidado: era un minúsculo huevo blanco envuelto en un lazo rojo que dejó suavemente a los pies de la niña; luego se sentó sobre sus patas traseras. Eva, encantada, se acercó para recogerlo; al hacerlo sintió un amor tan inmenso en su interior que deseó con todas sus fuerzas poder cuidar de los que le rodeaban. Los animales suspiraron.
—Este es tu primer óvulo —dijo la liebre—; tu período de ovula¬ción. Las fuerzas y las energías que sentías como virgen han madu¬rado y se han transformado en las de una madre. No las desperdi¬cies, pues ya en el pasado se admitía el hecho de que las mujeres eran fuertes y dinámicas y que asimismo tenían el vigor suficiente para cuidar y nutrir a sus semejantes. Durante la ovulación las ener¬gías son diferentes, pues profundizan hasta un punto que descono¬cías y te hacen tomar conciencia de ese nivel profundo de tu ser y de tu capacidad de amar y cuidar de los demás sin pensar en ti misma. Ese es el momento en que tu deseo creativo refleja el mundo que te circunda.

La calma que inundaba el claro también fluía dentro de Eva, quien sintió que la luna llena brillaba no sólo en el cielo, sino también en su mente y en su útero; se sentía en armonía con la luna y con todo lo que le rodeaba, y comprendió que contaba con fuerzas suficientes como para dar, pues tenía la absoluta certeza de que era capaz de nutrir y dar sustento a los demás. La expre¬sión de su alma parecía brillar a través de su corazón, sus ojos y sus manos.
—En estos momentos de luz puede que sueñes con huevos o con Animales de la Luna. Recuerda tus sueños, ya que ellos anuncian tu ovulación.
La liebre se dio la vuelta y avanzó un corto trecho; luego se detuvo, invitando a Eva a seguirle. Después de dudar unos instantes la niña fi¬nalmente se unió a ella, mientras la oscuridad volvía a cubrir el claro y cada vez hacía más difícil distinguir las siluetas de los Animales.
Recorrieron el bosque hasta llegar a una pradera sobre la que brillaba vivamente el sol, y donde el perfume de las flores era real¬mente intenso: todo parecía vibrar con la energía de la vida. Mien¬tras caminaba entre la hierba, que le llegaba hasta las rodillas, Eva notó que la cantidad de abejas y otros insectos que volaban de flor en flor era inmensa; había enormes margaritas que giraban si¬guiendo al sol, y amapolas salvajes que salpicaban la pradera con su color rojo brillante. Se detuvo un momento para llenar sus pulmo¬nes con el elixir de vida que la rodeaba, y deseó poder quedarse allí para disfrutar de semejante belleza.
Impaciente, la liebre incitó a la niña a seguir y se dirigió hacia un montículo de hierba en el centro de la pradera, desde cuya base surgían una serie de peldaños de piedra blanca que se internaban en la tierra. La liebre se detuvo y puso las patas delanteras en el pri-mero de ellos; por alguna razón que desconocía, Eva estaba inquieta y nerviosa, pero aún así comenzó a descender.
Después de bajar trece escalones se encontró con un arco tallado en la piedra, iluminado por una única antorcha adosada a la pared y cubierto por una bellísima cortina verde bordada con figuras de todo tipo de animales, pájaros y plantas. En la parte superior del arco, entre complicados motivos esculpidos sobre la roca que imita¬ban el diseño de la cortina, había una cavidad que se asemejaba a una copa. Con mucho cuidado la jovencita apartó la cortina y entró en una sombría habitación en forma de cúpula, completamente cir¬cular, cuyo suelo estaba cubierto por una alfombra roja que cruzaba completamente la sala; en el extremo opuesto había una plataforma sobre cuyo centro se erguía un trono de piedra con un cojín rojo os¬curo y a ambos lados se abrían otros dos arcos de los que colgaban sencillas cortinas de color rojo y negro, sin adornos. De improviso una de ellas se abrió y una mujer entró en la sala.
Era alta, de cabello y ojos oscuros y, a pesar de que sus faccio¬nes eran angulares, sus labios eran carnosos y sensuales. Vestía un traje estrecho y escotado de color escarlata brillante que realzaba su pecho y sus caderas, y terminaba en grandes pliegues que caían al suelo; alrededor de la cintura llevaba una faja con adornos de oro, y a cada paso que daba su cuerpo se balanceaba rítmicamente de un lado a otro. Irradiaba un aura de poder, sexualidad, deseo y oscuri¬dad, y le brillaban los ojos, sugerentes y prometedores. Eva se sentía incómoda en su presencia, pues le provocaba miedo y fascinación al mismo tiempo.
—¡Ven! —fue lo único dijo la Dama Roja con voz severa e impo¬nente. Atravesó el arco por el que acababa de entrar, sujetó la cor¬tina y con un gesto indicó a la niña que le siguiera. Estaba comple¬tamente oscuro. Eva entró y de inmediato se dio la vuelta, pero le fue imposible distinguir ni el más mínimo rastro de luz al otro lado del arco; en contra de lo que esperaba, su miedo inicial se trans¬formó en cansancio y letargo; la oscuridad era cálida y reconfor¬tante, y ahora sólo deseaba quedarse quieta y no hacer nada en ab-soluto. Pero estaba enfadada porque la Dama Roja le había dejado sola en la oscuridad, y su irritación creció hasta convertirse en fasti¬dio y frustración; sintió que la cara le ardía y que los músculos de su cuerpo se tensaban.
En ese momento el ambiente comenzó a iluminarse lentamente hasta que una luz muy intensa se adueñó del lugar. La Dama Roja estaba de pie frente a ella, con un gran espejo en las manos.
—¿Dónde estabas? ¡Te he estado esperando! —dijo la niña brus¬camente, y de inmediato se arrepintió de haberse dirigido a la mujer de forma tan brusca y agresiva.
La Dama Roja le miró fijamente durante lo que pareció una eternidad y a continuación habló.
—Mira —dijo señalando el espejo. Eva dio un paso al frente para poder ver mejor y se encontró con la imagen de su cuerpo des¬nudo. Perpleja examinó la figura minuciosamente pues, a pesar de que sin duda se trataba de ella, no todo se ajustaba a la realidad: te¬nía el pelo liso y grasoso, la cara llena de manchas, y los pechos y el vientre hinchados, con un aspecto deplorable. Empezó a marearse; le dolía la cabeza y se sentía tan desdichada que se puso a llorar desconsoladamente mientras hundía la cara entre las manos.
—¿Qué me ha sucedido? —dijo entre lágrimas—. Estoy horri¬ble... ¡Me detesto!

La voz de la Dama Roja cortó de raíz su autocompasión:

—Vuelve a mirar —dijo con severidad—, y esta vez hazlo con tu ser interior.

La luz entonces se atenuó; vacilante, Eva levantó la cabeza y en¬tonces pudo ver que sus pechos, redondeados y resplandecientes, parecían lunas llenas, y que su vientre reproducía la suave curva de una colina, concediéndole la sensualidad de la mujer adulta; palpó aquel cuerpo sin rechazar semejante cambio sino con el fin de to¬mar conciencia de él, y recordó ciertas pinturas que había visto, en las que las diosas antiguas tenían grandes pechos y vientres pronun¬ciados. Ahora aceptaba su nuevo aspecto, y en el reflejo de su ima¬gen su pelo irradiaba salud y se le iluminaba la piel. —Mira tu útero —dijo con suavidad la Dama Roja. Así lo hizo, y el espejo le devolvió la imagen del Árbol dentro de su vientre: abultado y teñido de rojo, palpitaba con energía dentro de un globo de agua; Eva percibió entonces que esa energía tiraba de ella y la arrastraba hacia su propio interior...
A su alrededor la oscuridad fluía como el agua, y tuvo la sensa¬ción de estar deslizándose hacia abajo a través de las sombrías pro¬fundidades de un lago; sobre su cabeza veía una luz verde que se mezclaba con las tinieblas, y debajo de su cuerpo manaba suave¬mente el rojo profundo del cieno. Con gran lentitud la niña se aden¬tró en él hasta que le hubo cubierto la cabeza, y en ese momento el poder de la oscuridad comenzó a bullir en su cuerpo y le obligó a danzar; mientras se movía, remolinos negros y rojos se agitaban a su alrededor, y se le antojó que estaba inmersa en un caos, en la ma¬teria que da origen a la vida y a la que la vida siempre regresa.
Poco después distinguió un destello de luz y una luna creciente que se abría paso en la penumbra; cuando se acercó descubrió que en realidad no era la luna sino los cuernos de un cráneo de toro que, con el paso del tiempo, se habían descolorido. Los tomó entre sus manos como si fuesen dagas y comenzó girar una y otra vez en la os¬curidad, moviéndose a su propio ritmo y buscando su propio cres¬cendo: se encontró entonces rodeada de energía y, en tal exuberan¬cia, fue testigo de un hecho asombroso: de su útero surgían sinuosos rayos de poder que se internaban entre las sombras, como si de ser¬pientes rojas se tratase. Con la cabeza inclinada hacia atrás y el pelo agitándose vivamente no pudo menos que gritar: era un poder nuevo y salvaje. Se sentía la Destructora, la Devoradora; llevaba un largo collar de calaveras y, alrededor de la cintura, una faja de la que pen¬dían gran cantidad de brazos. Entonces cortó lo viejo, forzando des¬piadadamente el proceso del cambio y la continuidad del tiempo.
De pronto, resonando en el fluido como un tambor, una sola pa¬labra le ordenó: —¡Levántate! —Y con una gracia inesperada y poco frecuenteEva obedeció, abriéndose paso entre las sombras hasta al¬canzar el resplandor verde que le esperaba en la superficie. Asomó la cabeza fuera del agua y se encontró en una gigantesca caverna os¬cura. En el centro había una enorme estatua de una diosa rudimen¬tariamente tallada sobre granito negro, tan lustrado que brillaba; la figura tenía las caderas enterradas en el suelo de la gruta y los bra¬zos extendidos, uno hacia la niña y el otro elevándose hacia la oscu¬ridad. Eva salió del estanque y dio unos pasos hacia la diosa: obser¬vándola desde abajo comprobó que tenía los ojos cerrados y que una gema negra le adornaba la frente.
—¡Teje! —la palabra reverberó entre las rocas y dentro del cuerpo de la asombrada jovencita; en ese instante la piedra preciosa incrustada en la estatua se iluminó y los dedos de la diosa empeza¬ron a despedir miles de finos rayos formados por estrellas, que toca¬ban todas las cosas y se enlazaban en una red que por momentos rodeaba el cuerpo de Eva y otros lo atravesaba; mientras tanto, el estanque no dejaba de latir bajo sus pies. Atrapada entre las dos co¬rrientes de energía, levantó los brazos y dejó que saliera fuego de sus dedos; ahora que la energía podía fluir libremente, adoptó la forma de un hilo de estrellas que Eva tejió a su alrededor. Al igual que la diosa, la niña dirigió su poder hacia la creación, mientras su mente consciente guiaba el flujo pero no controlaba la forma que tomaba; fue entonces que comprendió que el poder para destruir y crear eran una única fuerza, y supo que en su interior albergaba la capacidad de hacer ambas cosas. Con su nueva percepción pudo ver que en el universo todo estaba conectado entre sí, y tomó concien¬cia de que trasladando su poder al mundo material podría encau¬sarlo hacia la profecía, la magia, el arte y el amor. Maravillada, y con las energías en perfecto equilibrio, Eva se detuvo a admirar la belleza de las galaxias y las estrellas que brillaban en lo alto de la caverna.
Poco después una puerta se abrió en la pared y una oscura si¬lueta le hizo señas de que se acercara; al caminar hasta allí, la jo¬vencita demostró tener la elegancia y el aplomo de quien se conoce a sí misma, se ha aceptado y es capaz de responsabilizarse de su po¬der: sus pasos seguros reflejaban que era consciente del lado oculto de la vida.
Tras cruzar la puerta, la niña descubrió un largo vestíbulo de madera iluminado por una hoguera central detrás de la cual, sen¬tada en un trono también de madera, había una mujer cubierta de pies a cabeza por un translúcido velo rojo. A través de él, Eva ape¬nas podía distinguir sus rasgos: tenía pelo negro muy largo, reco¬gido en dos trenzas de las que pendían dos pequeñas manzanas verdes, su piel era blanca como la porcelana, los labios de un color rojo oscuro, y las manos, que apoyaba enlazadas sobre el regazo, eran largas y delicadas.
—Bienvenida, Caminante entre los Mundos —dijo, y parecía que su voz transmitía el crujido de las hojas en otoño—. Mi nombre es Soberanía. —Levantó los brazos bajo el velo a modo de recibimientoy continuó:
—Veo que posees el fulgor del velo rojo. Bienvenida seas, hija sacerdotisa. —Eva sintió que había magia en aquella mujer, y pensó que el sitio ideal para ella debería haber sido un castillo de resplan¬decientes torres y no aquel vacío vestíbulo de madera.
—Este es mi reino. —La niña agudizó su percepción y así pudo ver las tierras a su alrededor, donde de cada punto surgían rayos de luz que se cruzaban sobre el paisaje; al dar un paso hacia adelante notó que sus movimientos hacían crujir la tela de su vestimenta, y entonces se dio cuenta de que ya no vestía su ropa de siempre sino una túnica blanca. Caminó hacia el fuego y, a medida que lo hacía, cada vaivén de sus caderas modificaba el dibujo que formaban las líneas sobre el paisaje; casi de inmediato cambió la estación del año y las fragancias del invierno inundaron sus sentidos. Un instante después vio nacer la luz de la primavera entre la penumbra y a par¬tir de ese momento, una a una, las estaciones empezaron a fluir rít¬micamente a través de su cuerpo. Eva descendió hasta su propio interior, al corazón de sus ener¬gías creadoras, y las indujo a salir de su cuerpo: en cuanto llegaron a sus dedos las mantuvo allí, bajo control, consciente de los ciclos de su cuerpo y de la tierra, y lista para tejer redes en los dos mundos que le circundaban. Soberanía se puso de pie y caminó hacia ella, mientras las líneas de la tierra emanaban de su figura y, formando una espiral, volvían a su punto de origen. Todas las demás mujeres y diosas que Eva había conocido eran más altas que ella, pero esta dama era aproximadamente de su altura y a pesar de que era del¬gada, irradiaba tal majestuosidad que parecía un hada. En sus ma¬nos llevaba una faja verde de la más pura seda, exquisitamente bor¬dada con motivos de granadas plateadas y maíz dorado, que le colocó sobre las caderas mientras decía:
«Ahora eres mi representante. Cuentas con el poder de ver am¬bos mundos, el interior y el exterior, y posees la magia necesaria para crear sobre ellos todos los diseños que desees. Puedes tocar la red de la profecía, la iniciación y la mismísima vida, y este es el re¬galo que te ofrece el menstruar con la luna: conocer instintivamente ambos mundos para que cuando estés rodeada de oscuridad sepas caminar entre ambos y concilies sus energías.
La mujer moderna se mueve tanto en el mundo de la ciencia y la tecnología como en el de la naturaleza y la intuición, que no son absolutos sino complementarios e igualmente reales para ella, por lo que a la hora de equilibrarlos puede hacer que su conciencia fluya de uno a otro. Es por esta razón que todas las mujeres son he¬chiceras y sacerdotisas. »Una mujer que es consciente de su ciclo debe actuar conforme a él, pero también tiene que ser responsable del uso de sus energías y expresiones, así como de los efectos que estas tienen sobre los de¬más. Ser responsable no implica que dejes de hacer uso de tu capa¬cidad, sino que tienes que evitar escudarte en tu ciclo menstrual o utilizarlo como excusa. Es una responsabilidad muy grande que in¬fluirá en ti misma, las demás mujeres, la comunidad, la tierra y las generaciones futuras. —Soberanía elevó las manos a modo de ben¬dición—. Danza y crea tus propios diseños, teje tus conjuros, es¬cribe tus poemas, canta tus historias, pinta tu belleza y da vida a us hijos.» Eratan profundo el amor que Eva sentía por aquella mujer ypor la tierra que no pudo contener las lágrimas, y cada vez que una de ellas caía al suelo, nacía una flor blanca.
La escena del vestíbulo de madera y el paisaje que le rodeaba se desvaneció poco a poco hasta dejarle sumida en la oscuridad una vez más. Bruscamente volvió a abrirse la cortina y entonces Eva vio que la Dama Roja estaba de pie junto a la puerta de la sala circular; al atravesarla se dio cuenta de que ahora se encontraba justo frente al arco por el que había entrado la primera vez, y al mirar a la Dama Roja ya no se sintió amenazada por su sensualidad ni por la oscuridad de sus ojos. La Dama le sonrió.
«Has aceptado lo que eres pero ahora necesitas ser fiel a tu na¬turaleza, y no siempre resulta fácil. Cuando la luna pierde su luz significa que ha llegado el momento de reservar tu vigor físico, pero también de aprovechar las energías sexuales y creativas propias de esta etapa. Es probable que en esos días hables con franqueza y no consigas aceptar lo mundano o la rutina con la misma tolerancia que el resto del mes. Ese es el don de la verdad, pero puede que esta nazca de la ira y la frustración por no haber tenido la posibilidad de ser fiel a ti misma: recuerda que la ira puede hacer que las energías He vuelvan destructivas y te hieran a ti y a los demás si no las canaliza s yles das un uso constructivo y creativo.
»Ya en la antigüedad se conocía la naturaleza destructiva feme¬nina, pero se la aceptaba como parte de su creatividad: la mujer da pero también toma; representa la línea de la continuidad pero es cí¬clica; crea lo nuevo pero también destruye lo viejo. Utiliza tus energías destructivas con sabiduría y nunca olvides que la destrucción y la creación están unidas. Ahora eres responsable de tus acciones porque has tomado conciencia de tu ciclo y de la naturaleza de tus energías, así que ten siempre presente que es mucho más fácil hacer recaer las culpas en el cuerpo y separarlo de la mente que dejarte guiar por tu ritmo y adaptar tu vida a él, que es lo que en realidad debes hacer.»
La Dama Roja subió tres peldaños hasta llegar a la parte supe¬rior de la plataforma y continuó:
—Eres mujer y tu fuerza radica en el hecho de que no eres cons¬tante, pues el ritmo del cambio es el ritmo del universo.
Al sentarse en el trono de piedra su imagen cambió: tanto la piel como el cabello se volvieron más claros, las facciones se suavizaron y el vestido rojo se tino de azul pálido. Casi sin sorpresa, Eva reco¬noció la figura de la Reina Luna.
—Sí —le dijo, en respuesta a la pregunta que la niña no había llegado a formular—; somos la misma, pero en diferentes momen¬tos. En el transcurso del mes soy en parte la Reina Luna y en parte la Dama Roja, pero sólo en los puntos críticos de la menstruación y la ovulación me manifiesto totalmente como una o la otra. —Se puso de pie, bajó los escalones y le indicó que se sentara en el trono—. No tengas miedo.
Vacilante, Eva subió a la plataforma y se sentó sobre el cojín rojo. Todavía estaba tensa a pesar de que su percepción y compren¬sión eran cada vez más grandes, y por ello permaneció recta y er¬guida, intentando mirar a la Reina a los ojos. Y fue entonces que su túnica blanca experimentó un cambio: la parte inferior comenzó a colorearse de rosa claro, luego se volvió intensamente roja y gra¬dualmente el tinte carmesí cubrió todo su traje; en pocos segundos estuvo vestida completamente de rojo sangre. De pronto sintió la necesidad de llevar su conciencia lejos de la habitación y sus alrede¬dores para sumirse nuevamente en la oscuridad, y una vez allí com¬probó que una telaraña de finísimos rayos le unían a la gran diosa negra. En su interior creyó oírle hablar:
—Soy lo invisible de todas las cosas; soy el potencial, la oscuri¬dad del útero previa al renacimiento.
Cuando su conciencia volvió al mundo que la rodeaba, la Reina Luna estaba a su lado, y a pesar de que Eva realmente sentía la ne¬cesidad quedarse allí y no deseaba moverse en absoluto, la Reina le ayudó a ponerse en pie y, adoptando el aspecto de Dama Roja, la acompañó hasta un pequeño hueco en la pared donde había una es¬pecie de cama de piedra cubierta con pieles suaves y tupidas; y allí se quedó la niña, bajo una tenue luz, sintiendo que poco a poco per-
día las ganas de hablar o de seguir pensando. La Dama Roja le arropó con una de las pieles y dijo:
—Duerme el resto de la noche aquí, que el vientre de la tierra te protege. Recuerda tus sueños y no olvides a quienes has conocido.
Se inclinó para darle un beso y siguió mirándole hasta que la jo-vencita cerró los ojos por completo y la escena se disolvió en la os¬curidad. En la calidez del sueño, una voz le susurraba: —Recuerda, recuerda...—. Y sin darse cuenta, Eva se durmió sonriendo.
Despertó cuando un cálido rayo de sol se coló a través de la ven¬tana de su habitación para acariciarle la cara. Se sentía relajada y en paz, y deseaba pasar todo el día tranquilamente bajo el edredón de su cama. Entonces recordó el sueño que había tenido esa noche: las personas y los sitios que había conocido y que le habían pare¬cido tan intensos y reales, eran ahora confusos y distantes, pero ha¬bían generado en su interior una placentera sensación de paz y comprensión, y la idea de que una promesa pronto se haría reali¬dad.
Oyó que el resto de su familia se estaba levantando, así que se sentó en la cama, bostezando y desperezándose. Al mover el cuerpo sintió un goteo cálido e incontrolable entre las piernas; sin perder un instante cogió papel tisú de la mesilla para secarse y ver de qué se trataba, y al levantarlo comprobó que estaba manchado de san¬gre fresca y brillante. En ese preciso momento su madre entró en el cuarto, vio lo que Eva tenía en la mano y escuchó cómo su hija le explicaba rápidamente de dónde provenía la sangre. Con la alegría brillándole en la mirada, la madre salió un momento y volvió con varias compresas. Mientras se las daba a su hija, que estaba ansiosa por saber qué era todo aquello, dijo a modo de explicación: —Sabía que estaba a punto de suceder. —Se sentó en el borde de la cama, junto a la jovencita, y sonrió; luego la abrazó tiernamente y con lá¬grimas en los ojos susurró:

—Mi niña se está haciendo mujer.



miércoles, 18 de marzo de 2009

Ostara


Nos acercamos al equinoccio de primavera, el llamado Ostara por los antiguos celtas. Es el momento mágico de igualdad del día y la noche, pero a partir de esta celebración los días van a ser cada vez más largos que sus noches. Se celebra, se honra y homenajea a la nueva vida. Empieza la primavera y con ella las semillas parecen germinar y las yemas se abultan esperando florecer. Se representa simbólicamente con los huevos de nueva vida y sus futuros polluelos que simbolizan el poder del inicio de la vida. Con el equinoccio de primavera, descubrimos que en nuestro interior hay energías y poder suficiente para romper la oscuridad del interior del huevo de la inactividad invernal y celebrar la evidencia del despertar de la vida.

El invierno se ha hecho largo, ahora la Tierra empieza a danzar de nuevo. La oscuridad y la luz se han igualado y ahora ya dominará la luz sobre la oscuridad. Y ese retorno y progreso de la luz sobre la noche aporta calor y color y con él se anuncia la actividad y los sones de la naturaleza. Tras el letargo del invierno, se anuncia el renacer y con él la belleza de la primavera que nos colma de deleites.

La celebración de la primavera es la celebración de la renovación, de la fuerza de la vida alzándose cuando todo parecía muerto. Todo empieza a activarse con el vibrar de las posibilidades del nuevo mundo. Es cuando resurge el poder que infundimos en nuestros proyectos y propósitos, es el momento tradicional de poner en marcha nuevas ideas, planes y proyectos que estarán apoyados por el vigor y frescor de la nueva estación.

Todo esto se simboliza en nuestra cultura popular tradicional con el huevo. Éste, también llamado “Huevo de Pascua”, es de origen pagano y representa un momento mágico. En el huevo se encuentra protegida la vida, está en potencia, y al empollarlo, al suministrarle calor, ésta se manifiesta. Y esta creciente vitalidad romperá el cascarón y saldrá a la luz.

El gélido invierno, con sus cortos días y sus hielos y nieves exigen quietud, vida hogareña y familiar; el exterior es claramente de tonos blancos, grises y negros, el color apenas se destaca. Nos abrigamos, nos protegemos, nos calentamos al amparo del fuego del hogar. Al haber poca vida en el exterior, nos interiorizamos conectando más con nuestro ser interior, con nuestro sol interior. Ahora todo empieza a cambiar, la nieve ya se ha retirado o se está retirando o se retirará en poco al alargarse el día y tenderemos el impulso de salir al exterior de nosotros mismos y del hogar. Esto es el renacer.

El huevo también representa la energía del saber obtenido por la meditación tras el retiro invernal y este saber debe ponerse en práctica con nuestras relaciones. Existe, además, la tradición del “conejo de pascua” como símbolo de fertilidad cósmica porque los antiguos veían una liebre en la Luna llena y esta festividad se celebraba en la luna llena del equinoccio.

Nuestra tradición del “Huevo de pascua” es la cristianización de este antiguo símbolo. Pascua en inglés es Easter y no tiene nada que ver con Cristo, sino que hace referencia a Eostara o Eostre, diosa de la primavera anglo-sajona, siendo los huevos, polluelos y conejitos las imágenes de la festividad de Ostara. Los lirios blancos de Easter eran reverenciados y representaban la vulva milagrosa y auto-generadora de Eostre, haciendo referencia a lo sagrado que existe en la sexualidad femenina.

Otro punto importante es que la Luna de Ostara coincide con el mes de los ciervos, la estación del nacimiento de los cervatillos. Y esto nos conecta con el símbolo del ciervo macho en Europa que representa la divinidad masculina solar. Y el mito de que la Diosa ha vuelto a su aspecto virginal y da la bienvenida al joven dios del sol, lo abraza y concibe un niño. El niño nacerá nueve meses después de la luna, en el solsticio de invierno. Así cada año el joven sol desplaza al rival. Así como el ciervo joven logra desplazar al gran macho cuando éste se debilita y el otro adquiere pleno poder.

Las palabras Eostre, Eastre y Ostara están relacionadas etimológicamente en el anglosajón con el significado “Amanecer radiante” y “Luz naciente” y a Ostar que expresa movimiento hacia el sol que se eleva. Lo que señala al Este. Con el tiempo Eostre se transforma en “Easter”, palabra inglesa con la que se denomina la Pascua cristiana y que cambia el “Sol que se eleva” por el “Hijo de Dios que se eleva”.

Hay poderosos indicios de que la costumbre de esta celebración del equinoccio primaveral fuera originaria de las tierras mediterráneas y que los primeros habitantes de las islas británicas la consideraban, como demuestra la evidencia de los sitios megalíticos. Se sabe que era una celebración mucho más popular del sur, donde la gente celebraba este día como el día del año nuevo.

En los países nórdicos parece ser que el aspecto de concepción y fertilidad se pospuso en los ritos hacia el 1º de mayo en Beltane. Hay que reconocer que en el Sur, en el Mediterráneo, el 21 de Marzo ya es plena primavera, cuando en el Norte aún hay abundantes nieves. Así pues la celebración es de origen mediterráneo que después pasó a los celtas cuando llegaron y asimilaron a los pueblos ya existentes Alpino-mediterráneos. Desde este punto de vista, Ostara representa el cortejo de la pareja divina, y Beltane representa la época de consumación de esa relación.

Originariamente la fiesta de Eostara era llevada a cabo en la luna llena del equinoccio primaveral. Esto plantea el problema de si es o no una fiesta solar. Claramente Eostara es una fiesta lunar, en la que se honra a la diosa en la Luna llena Vernal.

Es la Naturaleza en sí misma que, con la primavera, vuelve de las profundidades con su regalo de vida y abundancia. De ello nos hablan las tradiciones de divinidades femeninas como en el mito de Demeter y Perséfore. Era también en este momento del año cuando se celebraba en la antigua Grecia el retorno de Perséfore del submundo. Perséfore fue raptada por Hades, el dios del Submundo. Su madre, Demeter, la diosa de la Tierra y de los cereales, se deja llevar por el dolor de la pérdida de su hija, lo que provoca que el invierno y la muerte lleguen a la Tierra. Más tarde, Perséfore, volverá con su madre, pero puesto que había comido seis granos de granada mientras estaba en el Submundo, debía volver a él durante seis meses cada año, durante los meses del otoño y del invierno. Su reaparición anual en primavera otorga a su madre alegría y por ello la Tierra florece una vez más. Pero en este mito ya tenemos el influjo del poder patriarcal al centrar en el drama el rapto de la hija de Demeter.

Esta idea de renacer fue utilizada por la tradición cristiana cuando Cristo, tras tres días de muerto, resucita y sube al cielo (El Hijo asciende). Y otro aspecto de coincidencia por la época es el de la Anunciación de la Virgen María, el 25 de marzo. La razón de ello es que debía ser 9 meses justos antes del 25 de diciembre, fecha del nacimiento de Jesús. Curiosamente coincide con este festejo de fertilidad de la diosa.

ACTIVIDADES EN OSTARA

“El Renacer de la Vida”

Simbólicamente el Otoño es el “morir”, el Invierno es la existencia “ultraterrenal” y la Primavera el “renacer” o “Reencarnarse”.A lo largo de nuestra existencia es común que vivamos diversas experiencias de muerte y renacimiento, es decir experiencias transformadoras en las que algo muere en nosotros y renacemos a algo diferente. Por tanto cualquier actividad simbólica que la evoque toca la profundidad de nuestro ser.

Sembrar intentos de Ostara.

Para los niños siempre es sorprendente y hasta mágico la transformación de una semilla que parece algo seco y muerto a lo que después es un brote creciendo produciendo hojas y ramas. De forma subconsciente, esta verdad universal, resuena en su ser produciéndoles fascinación y curiosidad.Por ello sembrar es siempre un acto mágico que implica un gran poder y uno de los misterios de la vida en la Madre Tierra. Por todos los sitios en esta incipiente primavera están germinando semillas y abultándose las yemas de las plantas si ya ha desaparecido el hielo. Podríamos imaginarnos una cósmica canción de cuna entonada en el suelo, arrullando las raíces de las plantas, haciendo vibrar el corazón de las semillas.

La primavera, y en especial esta festividad, es propicia para sembrar semillas de intento después de la recapitulación invernal. Esto se puede hacer también con los niños.

Si en Samhain, creamos el conjunto de judías-runas (es una de las actividades propuestas para esta festividad), ahora es el momento de escoger entre una y tres que representen el intento o intentos que queremos realizar en este ciclo anual de vida; es lo que aspiramos ver crecer en nosotros a lo largo del año. Si no tenemos las runas-judías o no las hicimos en Samhain; podemos hacerlo ahora eligiendo de una a tres judias grandes y dibujar en ellas,de forma simbólica, un signo, número o letra que representa un intento. Preparemos un tiesto con tierra (esta tierra debe ser tratada de forma especial con una intencionalidad, purificarla con salvia y con ofrenda de tabaco a la Madre Tierra a través de ella). Luego, con el dedo la removemos visualizando nuestra energía y poder personal adentrándose en ella. Alisemos la superficie y efectuemos los agujeros de cerca de 1,5 a 2 cms de profundidad donde colocaremos las judías en su momento. Luego en una respiración consciente exhalamos nuestro aliento infundiéndoles nuestra esperanza y las plantamos visualizando los hechos concretos que realizaremos durante los próximos días y semanas para hacer que nuestro propósito se haga realidad. Luego las regamos y si hace aún frío cubrimos la superficie con algún plástico transparente y colocamos el tiesto en un lugar algo cálido (sobre la nevera, por ejemplo); y si el tiempo es ya templado, se puede dejar en el exterior. A partir de dos días ya pueden aparecer los brotes.Después hay que cuidar el brote y la planta o trasplantarla al jardín. Si las judías no germinaran, es interesante reconsiderar los objetivos y realizar un nuevo intento, o valorar el grado del compromiso aplicado.

Un ingrediente obvio es el de las semillas junto con los germinados. Las semillas representan lo que se siembra para que germine. Las semillas más utilizadas son: piñones y pipas de calabaza o de girasol y se pueden añadir a ensaladas, platos y postres. Pero también cualquier otra semilla (almendra, avelana, nuez, cereales, etc.)

Preparar Inciensos en Ostara

Los aromas de plantas e inciensos son ofrendas tradicionales de muchas comunidades naturales que se unen a plegarias y meditaciones.

Unas veces por placer y otras por devoción y en ritos quemamos barritas o conos de incienso o colocamos resinas aromáticas en el sahumador. ¿No podría ser una actividad interesante realizar, aprovechando esta festividad, la preparación del propio incienso familiar? En un mundo tan industrializado, el ponerse en contacto con la dimensión artesanal es una experiencia y exige la participación de toda la familia o de las amistades con un fin común. Los niños gustan de trabajar con el mazo y el mortero y de jugar a hacer de brujas o alquimistas con materiales aromáticos. Además los aromas activan potentes energías emotivas y afectivas relacionadas con la salud según la aromaterapia. Además saben que colaboran en algo importante y que tiene implicaciones mágicas, lo que ya es lo máximo.

El incienso, en nuestro caso va a cumplir tres funciones ligadas a la espiritualidad:

1.Dirigir oraciones a las esquinas de la Rueda Medicinal. El propio aroma difundiéndose en la atmósfera conduce nuestro sentir e intento por todo el mundo.
2.Crear un ambiente propicio para el trabajo de interiorización, meditación o de entrar en un estado de consciencia no-ordinario.
3. Estimular la consciencia ritual o estado de ánimo propicio para un trabajo o ceremonia ritual.


También tengamos en cuenta que cuando el incienso se quema con anterioridad al trabajo ritual, su humo purifica el altar, la estancia y a las personas que se proponen participar alejando las vibraciones perturbadoras y negativas.

Otra función del incienso es apoyar al oficiante junto a sus formulaciones o invocaciones a atraer cierta energía específica que incremente su poder personal con el objetivo de obtener un estado de consciencia adecuado y obtener cambios en el ambiente propicios.

Hay dos tipos de incienso; uno es el llamado “Combustible” que comúnmente adquirimos preparado en barritas y conos; de él no nos ocupamos porque su preparación es muy laboriosa y precisa materiales y larga manipulación antes de su utilización; para él hay que preparar toda una instalación; y manejar el material de nitrato potásico que es inflamable y potencialmente peligroso en su almacenaje, y goma de astraganto en ciertas cantidades.

El otro, el que vamos a realizar, es el “Incombustible”, que debe ser vertido sobre brasas de carbón o de vegetal incandescentes. Casi el cien por cien del incienso utilizado en actividades mágicas y ritualísticas es de tipo incombustible en polvo o granulado. Es mucho más fácil de elaborar y uno mismo prepara sus mezclas de acuerdo con sus sensaciones y propósito. Además el incombustible da lugar a nubes de humo onduladas de distintas densidades, cosa que el combustible no hace al quemarse a un ritmo constante y sin tales efectos.¡

Qué mejor incienso puede haber que el que ha surgido de las manos entusiastas y mentes puras de nuestros hijos! Sus esencias se combinan en un intento inmejorable. Los inciensos que vamos a preparar son incombustibles, para quemar sobre carbón, sea del que se vende preparado para ello, o sobre brasas de carbón vegetal o de leña procedente de una hoguera. Para ello hay que tener un recipiente que pueda soportar tal calor sin romperse, o colocar cierta cantidad de arena en el fondo para que el calor no lo rompa. Tengamos en cuenta que el quemar incienso por los niños debe estar bajo la supervisión de un adulto.

Buena parte de los ingredientes que utilizaremos para preparar estos inciensos probablemente sean cosechados por vosotros mismos en las correrías recolectoras por campos. Otros se puede comprar en herboristerías e incluso en comercios de alimentación. Vamos a clasificar los ingredientes en tres categorías:

a) Resinas aromáticas.
b) Cortezas y maderas aromáticas o no.
c) Hojas, frutos, hierbas y flores aromáticas.
d) Aceites esenciales naturales (los artificiales huelen mal).

Resinas aromáticas: En primer lugar veamos las que hay en nuestro entorno. La resina seca de pino, abeto, ciprés, cedro y enebro son buenas. Si hay araucarias, su resina semeja y recuerda al copal. Recojamos la que hay en los tallos de los árboles. No realizar heridas en los mismos. Es mejor recoger la que ya está seca, de lo contrario su recolección es engorrosa. Otras se pueden comprar como son. Asafétida (Férula asafoetida), Árbol del guggul (Commiphora mukul), Benjuí Sumatra (Styrax benzoin), Goma arábiga (Acacia senegal) *, Lentisco (Pistacia lentiscus), Mirra africana (Commiphora molmol) , Mirra de Yemen (Commiphora myrrha), Incienso africano (Boswellia carterii), Incienso de Somalia (Boswellia thurifera), Incienso de India (Boswellia Frereana), Incienso de Omán (Boswellia Sacra), Opoponax (Commiphora holziana), Copal blanco (Bursera Odorata), Copal oro (Bursera bipinata), Copal negro (Bursera hindsiana), Sangre de drago (Dracaena draco) (Dracaena cinnabri) (Dracaena urucurana). Las resinas producen bastante humo y son aromáticas. Hay que molerlas en polvo. * La Goma arábiga es inodora, por lo cual sirve como espesante o compactante de mezclas si se quiere servir como granulado.

Cortezas y maderas: Para la base del incienso necesitamos polvo leñoso. Para ello podemos utilizar cortezas y maderas que vamos a reducir a polvo. La canela(Cinamomum zeylanicum) es un buen ingrediente, pero también se puede utilizar polvo de serrín de madera limpia y no barnizada. La corteza de laurel, eucalipto, limonero, naranjo también nos sirve. También podemos obtener madera de Sándalo (Santalum album) o de Palo santo (Bursera graveolens). La corteza y polvo de madera de sauce o de chopera y álamo también resulta muy agradable. También de árboles y arbustos resinosos como pinos, abetos, piceas, cipreses y enebros nos sirven sus cortezas y maderas. Otras maderas a comprar pueden ser: Aloe madera (Aquilaria agallocha), Haba de Tonka (Coumarouna odorata), Raíz de regaliz (Glycyrrhiza Glabra).

Hojas, frutos, hojas, hierbas y flores: La variedad de plantas y flores aromáticas y aún frutos es muy amplia, las más corrientes son del orden de las labiadas: Tomillo, romero, orégano, serpol, ajedrea, albahaca, lavanda y salvia; todas ellas bastante comunes en nuestros campos y montañas. Además de otras plantas como mejorana, y flores como azafrán, azahar, jazmín, rosas, geranio, etc. Y hojas aromáticas como de laurel, eucalipto, pino, etc. Y frutos como de enebro, Anís estrellado, Mirobálano, pimienta y hasta raíces como de jengibre.

Aceites esenciales: A partir de diversas especies, algunas de ellas exóticas que aportan su propio aroma al verter algunas gotas a la mezcla. Con aceites esenciales se puede sustituir algunas maderas aromáticas y flores, tallos y frutos, por el hecho de ser más fácilmente adquiribles, aunque resulten caros.

A partir de estas posibilidades se pueden obtener mezclas creativas a gusto del interesado y para diferentes usos. Debemos tener en cuenta que muchas plantas huelen de forma diferente al ser quemadas. Y que los aromas dulces se vuelven acres rápidamente.

Para mezclar los ingredientes, primero hay que convertirlos en polvo, para ello hay que darle al mortero o utilizar algo que muela (un molinillo eléctrico de café o picadora). Si las cortezas y maderas las tenemos en forma de serrín, o virutas pequeñas nos será fácil pulverizarlas. No pulverizar resinas tiernas en aparatos eléctricos, pues los dejarán inservibles. Las flores y hojas secas es fácil desmenuzarlas hasta con los dedos.

Todo el material para la preparación del incienso debe estar seco. Las resinas pueden necesitar meses para secarse totalmente si se recogen líquidas o pastosas.Cuando todo está dispuesto y a punto y triturado por separado procedemos en las siguientes fases:

-Procedemos a mezclar con las propias manos las resinas en un recipiente de madera o cerámica y mientras las mezclamos transfiramos nuestra intencionalidad y energía. Visualicemos nuestro poder personal, visualicemos el objetivo para el cual lo reparamos, imaginemos que ese poder emana de nuestras manos y dedos y se une al incienso. En esto radica la razón de que el incienso casero es más efectivo y eficaz que el adquirido en comercios; el nuestro tiene un intento impecable.
-A continuación mezclamos el polvo de corteza y/o madera y lo agregamos a la mezcla anterior igualmente concentrándose en el intento y objetivo del incienso.
-Una vez mezclado este con junto de ingredientes básicos le añadimos hojas, flores, raíces, tallos, frutos, etc. Ya pulverizados mientras proseguimos con la adecuada concentración y visualización.
-Y finalmente podemos añadir los aceites esenciales u otros líquidos como vino, miel, etc., que pueden estar incluidos en la receta. La preparación de aceite esencial puro es de unas 13 gotas por cada media taza (de café) de la mezcla.

Una vez que se han mezclado perfectamente los ingredientes tenemos un polvo. Si queremos que sea un granulado o en piedras, debemos añadirle goma arábiga líquida y crear una pasta homogénea y dejarla secar hasta que se endurezca. Cuando ya está realizado entonces se le carga de intento y poder ofreciéndolo a las siete direcciones y a sus guardianes. Ya está hecho.

Es conveniente guardarlo y conservarlo en un tarro o bote cerrado para que no pierda o se alteren sus propiedades y que le podamos colocar una etiqueta con el nombre que le demos, la fecha de elaboración y el uso para el que lo hemos elaborado. Se pueden buscar potes decorativos si así se desea.

Cait Jonson y Maura D. Shaw en su libro “Magia de la Tierra” nos ofrece las cuatro primeras recetas que reproduzco:

Incienso de Oastara: 3 partes para formar la base (canela, polvo de madera o madera de sándalo en polvo, 1 parte de lavanda seca o pétalos de jazmín., ½ parte de salvia seca.

Incienso del hogar seguro y acogedor: 3 partes de canela en polvo, 2 partes de madera de sándalo en polvo, ½ parte de hojas secas de laurel, ½ parte de angélica seca, ½ parte de mejorana seca.

Mientras se mezcla y pulveriza visualizar la casa brillante de energía cálida y acogedora. Después guardarlo en bote etiquetado. Se le puede añadir algún símbolo como semilla o piedra que asociéis con la buena suerte. Se quema cuando lo consideréis necesario.

Incienso de protección: este incienso es bueno utilizarlo para hacer que los niños se sientan a salvo y seguros cuando se van a la cama.Se hace con 3 partes de canela en polvo, 1 parte de verbena seca, ½ parte de clavo en polvo.

Mientras se mezcla y tritura visualizad el sentimiento de sentirse fuerte, seguro y lleno de poder. Guardadlo en un bote etiquetado.

Incienso del amor verdadero: este incienso es especialmente adecuado para quemarlo en Beltane, te hace sentir más amado y más amoroso. Se hace con 2 partes de madera de sándalo en polvo, 1 parte de pétalos secos de rosa, ½ parte de flores de lavanda secas, 13 gotas de aceite esencial de rosa por cada ½ taza de mezcla.

Mezclemos y pulvericemos la mezcla hasta que sea un polvo fino. Después, utilizando los dedos, mezclar el aceite de rosa. Los niños van a disfrutar oliendo sus dedos perfumados. Luego se guarda en un bote etiquetado.
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Ahora os propongo otras recetas centradas en aspectos ceremoniales. Hay que prepararlas con invocaciones a las 7 direcciones y para el bien de todas las relaciones de acuerdo con la sabiduría nativa americana.

Incienso del Abuelo aliento: o llamo así porque recrea el olor que se genera en el ritual de la “Pipa Sagrada”. Se realiza con 1 parte de mezcla de gomorresina de incienso, copal y cedro, 3 partes de picadura de tabaco puro, 1 parte de polvo de madera de pino, 1 parte de mezcla de salvia, corteza de sauce y corteza de serbal.

Tengamos presente que el ambiente que se crea es parecido al que se experimenta en la ceremonia ritual de la “Pipa Sagrada”.

Incienso ceremonial para celebraciones amerindias: 1 parte de resinas de copal, cedro y pino, 2 partes de polvo de pino o abeto y corteza de sauce, 1 parte de salvia seca, ½ parte de hojas de sauce.

Incienso ceremonial para meditaciones y celebraciones orientales: 1 parte de mezcla de resinas de gomorresina de incienso, benjuí y mirra, 2 partes de mezcla de canela, sándalo y sauce (cortezas y madera), ½ parte de flores de jazmín.

Se puede añadir aceite esencial de jazmín u otra esencia que te evoque Oriente.

Actividad alrededor de los huevos y los alados.

Con Ostara se inicia la primavera y con ella vienen las aves migratorias. Sus trinos llenarán los parques, arboledas y bosques. Un buen regalo para ellas, ahora que empezarán a ocuparse en la restauración y construcción de nidos es ofrecer material con el cual los hagan.

En nuestros cepillos de cabello y peines siempre quedan cabellos, pero casi nunca los recogemos. Así como en los cepillos de nuestros perros y animales domésticos. Si los recogemos a lo largo del año, en primavera podemos ofrecer a los pájaros un material excelente con el que acolchar sus nidos. Ellos acudirán y lo recogerán para tal labor. Dejadlo en un lugar discreto y que lo puedan ver.


La otra actividad típica de Ostara es la del llamado “huevo de pascua”, nosotros lo llamamos “Huevo de Ostara” como ya hemos visto en la introducción al tema.

Una labor que puede ser grata para los niños es pintar huevos con diversos motivos decorativos y colores llamativos, previamente cocidos y enfriados. Después se pueden preparar cestas con aspecto de nidos de pájaro, con materiales diversos como son musgo seco y darles la forma de nido y luego colocar esos huevos decorados en ellos. Con estos nidos y huevos realizamos una ofrenda a la Madre Tierra y al poder que resurge de la misma, al tiempo que honramos a nuestras hermanas las aves.

Uno de esos huevos debemos colocarlo en el altar de Ostara; y en la celebración se puede plantar en el campo o jardín para que aporte suerte y fertilidad a todas nuestras relaciones.

Si la actividad de los huevos se realiza con un grupo de niños estos huevos se pueden decorar con letras y esconderlas por los alrededores de forma que después los niños los busquen y con todos ellos confecciones una pequeña estrofa para la celebración de Ostara.

Creación del altar de Ostara

Hemos dicho que es una festividad lunar en la que se celebra la primavera al invocar a la vida renaciendo y al dios solar recibiendo su vigor al vencer sobre las tinieblas.

Vimos que el elemento exterior es el fuego y el interior la vida de la naturaleza brotando con el color verde. Así pues podemos colocar una vela roja en el Este y a su izquierda una muestra vegetal que represente el brotar de la vida como flores o brotes nuevos. También debemos poner algo que represente el nido con uno o varios huevos de Ostara. El incensario con la preparación de incienso en el Noreste.

Vimos que el elemento exterior es el fuego con su simbolismo el color rojo, y en el ámbito interno lo verde brotando a la vida representado con el verde. Así podemos colocar en el Este una vela roja y a su lado, hacia el interior una muestra floral o de vegetal brotando.

En su centro, acompañando la pluma de águila que representa la alta aspiración espiritual pondremos un nido de musgo con algún huevo de los decorados y cristales y piedras amarillas de color solar. Al Sur, que representa a la Naturaleza pondremos más flores y brotes verdes. Se puede agregar motivos dibujados por niños referentes a la primavera y el resurgir de la vida.

En el Norte, además del incensario y de incienso de Ostara de olor fresco y floral podemos colocar variedad de plumas representando el retorno de las aves migratorias. Y en el Oeste, además del agua, otros motivos y ofrendas de los niños a la estación.

La comida especial en Ostara

Como vimos los alimentos del creciente primaveral principales son: las hojas verdes, los brotes, los germinados, las flores y las setas de primavera. Los sabores de tipo ácido (limones, yogurt, tomates, vinagre y frutos ácidos) y también de sabores agrios. No debemos olvidar la presencia de huevos y alimentos cuyo ingrediente sea el huevo. Por ello ensaladas de hojas verdes y germinados de alfalfa o soja; o brotes como espárragos, o de flores constituyen un buen primer plato. Como segundos, platos inspirados en el huevo como huevos rellenos con mayonesa; y si no se come huevo algún plato de un color amarillento o dorado que lo recuerde y con él al nuevo vigor solar. Como postres pastelitos ovalados con mermelada de flores, flanes de huevo y otros postres que recuerden diversidad de colores de la explosión de vida primaveral.

Sugerencias para el día de Ostara

Debería ser un día plenamente festivo, aunque pueda coincidir con uno diferente a Sábado o Domingo. Este año (2009) será la noche del 20 al 21 de Marzo; como el día 21 de Marzo es sábado, éste es un buen día para celebrarlo.

La fiesta de inicio de primavera está relacionada con el amanecer y por ello es adecuado esa mañana levantarse pronto para ver nacer el sol. Una posibilidad es salir a acampar con la familia, esperar al amanecer en torno a una fogata mientras se cuentas viejas historias; se hace una vigilia y crea una danza que represente el crecimiento de los brotes nuevos de la tierra, creando la música con instrumentos caseros o con una música que te recuerde la primavera.

Al mirar nacer el sol estemos en silencio, descubriendo que la experiencia se sitúa en el aspecto inspirador. Se puede hacer el trote de absorber su energía. El mundo va dejando de ser un lugar oscuro para convertirse en un lugar lleno de luces y color. Se le puede ofrecer una plegaria o reverente saludo representando el inicio también de esta vital estación. Luego se puede brindar en honor del sol con zumo de frutas, al menos los niños.

Seguidamente, tras el desayuno se puede hacer la tradicional búsqueda de nidos por el hogar o jardín. En ellos se puede colocar los huevos pintados, pequeños juguetes, cristales coloridos o golosinas y dulces. También se incluye el tradicional huevo o conejito de chocolate y no nos vamos a obsesionar por la dieta y lo sano en tal festividad

Una sugerencia divertida es colocar una nota de seguir una huella de conejito y siguiendo esas huellas se van encontrando los nidos con sus regalos por aquí y allá. Si se puede estar en el campo en esta festividad, es interesante buscar signos de primavera. Según el clima y la altitud habrá muchos o muy pocos. Se pueden recoger flores, o fotografiarlas, sean brotes, flores, huevos de ranas, nido en árboles, etc. Observar los pájaros que pían y trinan y demás indicios de primavera. Como adultos podemos conectarnos con la energía vegetal; eligiendo una planta o un árbol y tomarse un tiempo para conocerlo. Sintamos su textura, inhala el olor que emana. Acercarse y mirar sus poros, sus rugosidades, sentid su calor o frío, Abrazadlo, fundiros con él, amadlo.

Tras la búsqueda de los nidos de regalos o del paseo matutino primaveral se puede vestir a los niños de forma especial para la ocasión, imitando a Eostre o a Perséfore, con guirnaldas y coronas de flores naturales o artificiales en el pelo. Los colores verdes brillantes y pastel son los colores lógicos de la festividad, o en otro sentido algo que los llene de vitalidad. Recordemos al hombre verde de los bosques que pone los brotes en cada raíz y ramas, representando el espíritu vital.

Como el recuerdo del mito de Demeter y Perséfore se orienta en la relación entre madre e hija, es bueno que lo representen peinándose una a otra o dándose de comer una a otra, haciendo resaltar los sentimientos de cercanía de una a otra. O quizá leyendo un rato juntas.

En algún momento del día quemad algo de incienso preparado para este día y con él a modo de ceremonia declaremos la gratitud a este nuevo comienzo en que la Madre Tierra nos ofrece año tras año y acompañarlo con alguna canción o poema que se haya escrito sobre la primavera.

Otra actividad que se puede hacer es salir al exterior o también se puede realizar en el salón; se trata de realizar
un círculo, tomándose las manos y bailar, cantar y saltar.