lunes, 17 de noviembre de 2008

Sobre la felicidad


La felicidad no depende de lo que pasa a nuestro alrededor sino de lo que pasa dentro de nosotros.

La felicidad se mide por el espíritu con el cuál nos enfrentamos a los problemas de la vida.

La felicidad es un asunto de valentía; ¡es tan fácil sentirse deprimido y desesperado…!

La felicidad es un estado de ánimo; no somos felices en tanto no decidamos serlo.

La felicidad no consiste en hacer siempre lo que queremos; pero sí en querer todo lo que hacemos.

La felicidad nace de nuestro corazón y en nuestro trabajo, y de hacerlo con alegría y entusiasmo.

La felicidad no tiene recetas; cada quien la cocina con el sazón de su propia meditación.

La felicidad no es una posada en el camino sino una forma de caminar por la vida.

Los sufrimientos nos pulen el alma, mientras que las alegrías le dan brillo. Lo que pasa es siempre lo mejor.

Goza mientras vivas, disfruta tu día; vive la vida al máximo; sácale el mejor provecho a lo que posees…

La oración del ateo

Un ateo, mientras caminaba a través de la selva, sonriendo ante la belleza que había a su alrededor, pensó:

- "¡Qué milagros de la naturaleza han creado los poderes de la evolución...!" -.

En ese momento, escuchó un murmullo cerca del río. Fue a investigar y vio que un enorme oso pardo avanzaba en el camino hacia él. El hombre empezó a correr como un rayo y, cuando tuvo coraje para darse la vuelta, vio que el oso lo estaba alcanzando.

Trató de retomar sus pasos, pero tropezó y cayó al suelo.

Mientras trataba de levantarse, el oso saltó sobre su pecho y levantó una pata para aporrearlo. El ateo gritó:
- "!!!Ay, Dios mío!!!" -.

El tiempo se detuvo. El oso se congeló. La selva estaba en silencio y hasta el río paró de moverse. Una luz blanca brilló sobre el hombre y una voz resonó desde el cielo:
- "Has negado mi existencia durante todos estos años, has enseñado que no existo y apoyas la idea de que todo fue creado por un accidente cósmico. ¿Esperas que te ayude en esta situación? ¿Puedo contarte como un creyente?" -.

El ateo miró hacia la luz y dijo:
-"Sería hipócrita de mi parte si de repente te pidiese que me tratases como a un cristiano..., ¡pero quizás podrías convertir al oso al cristianismo!.-

La luz se fue, el río comenzó a andar y los sonidos de la selva se reiniciaron. Entonces, el oso bajó su pata derecha, puso sus dos patas juntas, inclinó su cabeza y dijo:
- "Te doy gracias, mi Dios, por el alimento que voy a recibir" -.

La vida es...


La vida es una oportunidad, aprovéchala.


La vida es belleza, admírala.


La vida es beatitud, saboréala

.
La vida es un sueño, hazlo realidad.


La vida es un reto, afróntalo.


La vida es un deber, cúmplelo.


La vida es un juego, juégalo.


La vida es preciosa, cuídala.


La vida es riqueza, consérvala.


La vida es amor, gózala.


La vida es un misterio, desvélalo.


La vida es promesa, cúmplela.


La vida es tristeza, supérala.


La vida es un himno, cántalo.


La vida es un combate, acéptalo.


La vida es una tragedia, domínala.


La vida es una aventura, disfrútala.


La vida es felicidad, merécela.


La vida es la vida, defiéndela.



Madre Teresa de Calcuta.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Ceguera


"Un hombre susurró: Dios habla conmigo.

Y un ruiseñor comenzó a cantar

Pero el hombre no oyó.

¡Entonces el hombre repitió

Dios, habla conmigo

Y el eco de un trueno, se oyó

Más el hombre fue incapaz de oír.

El hombre miró enrededor y dijo:

Dios, déjame verte

Y una estrella brillo en el cielo

Pero el hombre no la vio.

El hombre comenzó a gritar:

Dios, muéstrame un milagro

Y un niño nació

Mas el hombre no sintió el latir de la vida.

Entonces el hombre comenzó a llorar y a desesperarse:

Dios, tócame y déjame saber que estás aquí conmigo...

Y una mariposa se posó

Suavemente en su hombro

El hombre espanto la mariposa con la mano y desilusionado

Continuó su camino, triste, solo y con miedo."

jueves, 6 de noviembre de 2008

Mujeres que corren con lobos


Todos sentimos el anhelo de lo salvaje. Y este anhelo tiene muy pocos antí-dotos culturalmente aceptados. Nos han enseñado a avergonzarnos de este deseo. Nos hemos dejado el cabello largo y con él ocultamos nuestros sentimientos. Pero la sombra de la Mujer Salvaje acecha todavía a nuestra espalda de día y de noche. Dondequiera que estemos, la sombra que trota detrás de nosotros tiene sin duda cuatro patas.


DOCTORA CLARISSA PINKOLA ESTÉS
Cheyenne, Wyoming

miércoles, 5 de noviembre de 2008

El descenso de la Diosa





En este mundo, la Diosa se nos muestra en la Luna, la luz que esplende en la Obscuridad, la que trae la lluvia, la que mueve las mareas, Señora de los Misterios. Y así como la Luna crece y mengua, y marcha por tres noches de su ciclo en plena Obscuridad, de igual manera, se dice, la Diosa pasó una vez tres noches en el Reino de la Muerte.


En los tiempos antiguos de Invierno nuestro Señor, el Astado, era, como lo ha sido siempre, El Que Consuela, El Que Alivia; mas los humanos lo conocían como el Terrible Señor de las Sombras –solitario, adusto, e inconmovible.


Mas nuestra Señora y Diosa con frecuencia se dolía hondamente por el destino de Sus creaciones al verlas envejecer y morir. Quiso resolver todos los Misterios, incluso el Misterio de la Muerte. Puesto que, enamorada, Ella busca siempre a Su otro Yo, y una vez, en el Invierno del año, cuando Él había desaparecido de la verde Tierra, Ella lo siguió y llegó por fin a las Puertas más allá de las cuales los vivos no van jamás. De manera que viajó al Mundo Inferior en Su bote, por el Río Sagrado del Descenso.


El Guardián de la Puerta La desafió, exigiendo una de Sus prendas a cambio del acceso, ya que nada puede ser recibido salvo que algo sea dado a cambio. Y en cada una de las puertas hubo la Diosa de pagar el precio del acceso, ya que los Guardianes le dijeron:


“Despojaos de Vuestras vestimentas, y haced a un lado Vuestras joyas, puesto que nada podéis traer con Vos a éste nuestro Reino”.


De esta manera Ella se despojó de Sus ropas y de Sus joyas, entregándolas a los Guardianes, ya que nada puede ser llevado a aquellas regiones. Por amor, Ella fue atada como deben serlo todos los seres vivos que buscan entrar en el Reino de la Muerte y de los Poderosos.


En la primera Puerta Ella entregó Su cetro; en la segunda, Su corona; en la tercera, Su collar; en la cuarta, Su anillo; en la quinta, Su faja; en la sexta, Sus sandalias; y en la séptima, Su vestido.


La Diosa quedó desnuda, y fue conducida a la presencia misma del Dios Obscuro.


Él la amó, pues tal era Su belleza, y se arrodilló a Sus pies al verla entrar, colocando ante Ella Su espada y Su corona, y besó Sus pies, diciendo:


“Benditos sean Vuestros pies, que Os han traído por este camino”.Entonces se incorporó, y dijo a la Diosa:
“No tornéis al mundo de los vivos, mejor permaneced aquí conmigo; permitidme poner Mi fría mano en Vuestro corazón, y tened paz y reposo y consuelo”.


Mas Ella respondió:


“Pero Yo no Os amo, pues ¿por qué provocáis que todas las cosas que Yo amo, y que me deleitan, mueran y se marchiten?”


Señora”, dijo Él; “es contra la edad y el destino que protestáis, ante los cuales nada puedo hacer. Es el destino de cuanto vive morir. A causa de la edad, todo pasa; todo se marchita. Pero cuando los seres vivos mueren al final del tiempo, Yo traigo alivio y consuelo a aquellos que pasan por las Puertas, para que puedan rejuvenecer de nueva cuenta. Por un tiempo habitan ellos con la Luna, y con los espíritus de la Luna; entonces pueden ellos retornar al mundo de los vivos. ¡Pero Vos! Sois hermosa. Sois el deseo de Mi corazón –no tornéis, mejor permaneced aquí conmigo”.


Mas Ella respondió:


“No os amo”.


De nuevo se postró el Dios, y besó las rodillas de Ella, diciendo:


“Benditas sean Vuestras rodillas, que se postran ante el Altar. Permaneced aquí conmigo; permitidme poner Mi fría mano en Vuestro corazón”.


Mas Ella respondió:


“No Os amo, y Soy necesaria en el Reino de la Vida”.


El Dios, de rodillas todavía, besó el vientre de Ella, diciendo:


“Bendito sea Vuestro vientre, sin el cual ninguno de nosotros sería. Permaneced aquí conmigo; permitidme poner Mi fría mano en Vuestro corazón”.


Mas ella respondió:


“Aunque siento retoñar el amor por Vos, debo retornar con aquellos a quienes amo en plenitud, en el Mundo de la Creación”.


El Dios, incorporándose entonces, la besó en sus senos, diciendo:


“Benditos sean Vuestros senos, formados con fuerza y belleza. Permaneced aquí conmigo; permitidme poner Mi fría mano en Vuestro corazón”.


Mas ella respondió:


“Aunque siento el amor por Vos, debo retornar con aquellos por quienes soy responsable, en el Mundo de la Creación. No puedo hacer esto, mejor retornad Vos conmigo”.


Respondió el Dios:


“Señora, no puede ser. Si hubiese Yo de abandonar Mi reino, y abandonase a aquellos que buscan Mi consuelo y reposo, entonces la Rueda no giraría más. La edad y la debilidad reclamarían a Vuestras creaciones que amáis, y en ninguna parte encontrarían reposo, paz y reunión con aquellos que antes partieron. Y ya no habría lugar para los nuevos, únicamente para los marchitos, los fatigados, y los inertes”.


Besó entonces los labios de Ella, diciendo:


“Benditos sean Vuestros labios, que pronunciarán los Nombres Sagrados. Permaneced aquí conmigo; permitidme poner Mi fría mano en Vuestro corazón”.


Mas ella respondió:


“Aunque Os amo, debo retornar. Si hubiese Yo de abandonar el Mundo de la Creación, y desamparase a Mis criaturas, entonces la Rueda no giraría más. Las mujeres dejarían de parir, y las semillas no germinarían más. Y Vuestro Reino sería colmado con todas Mis criaturas, que vendrían en busca de Vuestro consuelo, sin poder jamás retornar al mundo de los vivos”.


Dijo entonces el Dios:


“Si Os negáis a recibir Mi mano en Vuestro corazón, y puesto que habéis venido a Mi Reino, deberéis postraros entonces ante el flagelo de la Muerte, pues tal es el destino de todos los que vienen aquí”.


Respondió la Diosa:


“Es el destino –así es mejor”.


Así pues, la Diosa se arrodilló en sumisión ante el flagelo de la Muerte, empuñado por el Dios, cuyo corazón fue asimismo flagelado con cada golpe que infligía; y Él la azotó con tal ternura en Su mano que Ella gritó:
“¡Conozco Vuestro dolor, y los dolores del amor!”


El Dios la puso de pie y dijo:


“Bendita seáis, Mi Reina y Mi Señora. Quisiera que hubieseis aceptado Mi mano en Vuestro corazón, para que esto jamás deviniera”.


Mas Ella respondió:


“Coloquemos ambos Nuestras manos, cada uno en el corazón del Otro, de tal manera reclamándonos cada Uno al Otro, y uniéndonos ambos entre Nosotros. De esta manera, Yo regiré Mi Reino de la Creación, el nacimiento y la vida; mas compartiré con Vos Vuestro Reino de la Muerte, el rejuvenecimiento, y el reposo. Unámonos en perfecto Amor y perfecta Confianza, para que el Universo sea completo y la Rueda gire por siempre”.


Y dijo el Dios:


“Bendita seáis, Mi Reina y Mi Señora; esto es, en efecto, sabiduría. ¡Así debe ser!”


Entonces le dio de nueva cuenta los cinco besos de la iniciación, diciendo:


“Únicamente así podéis Vos alcanzar el conocimiento y la alegría”.


Ella permaneció con Él tres días y tres noches, y Él le enseñó todos Sus Misterios, y Su Magia. Y Ella le enseñó a Él Sus Misterios. Se amaron y se unieron el Uno con el Otro.


Y al final de la tercera noche, Ella tomó la Corona de Él, y ésta se convirtió en un círculo que Ella puso alrededor de Su propio cuello, diciendo:


“He aquí el círculo del renacimiento. A través de Vos, todo pasa y abandona la vida, pero a través de Mí todo puede nacer una vez más. Todo pasa; todo cambia. Incluso la muerte no es eterna. Mío es el Misterio del vientre, que es el Cáliz sagrado, el Caldero del Renacimiento. Entrad en Mí y conocedme, y Seréis libre de todo miedo. Pues al igual que la vida no es sino un viaje hacia la muerte, así la muerte no es sino un pasaje de vuelta a la vida, y en Mí el círculo gira por siempre”.


Con amor, Él entró en Ella, y así renació en la vida. Todavía es Él conocido como Señor de las Sombras, el que da alivio y consuelo, el que abre las Puertas, el Rey del País del Estío, el dador de paz y reposo. Pero Ella es la Madre gentil de toda vida; de Ella todas las cosas proceden y a ella retornan de nuevo. En Ella están los Misterios de la muerte y el nacimiento; en Ella está la consumación de todo amor.


Puesto que hay tres Misterios en la vida humana, que son: Nacimiento, Muerte y Renacimiento, y el Amor los controla a todos. Para consumar el Amor, debéis retornar de nuevo al mismo tiempo y lugar que aquellos que amaron antes. Y debéis encontrar, reconocer, recordar, y amarlos de nueva cuenta. Mas para renacer debéis morir y ser preparado para un nuevo cuerpo. Y para morir debéis nacer, mas sin Amor no podréis nacer entre los vuestros.


Mas nuestra Diosa se inclina siempre por favorecer al Amor, así como a la alegría y a la felicidad. Ella custodia y atesora a Sus hijos ocultos en la vida presente y en la posterior. En la muerte Ella nos revela el camino que conduce a Su comunión, y en la vida Ella nos enseña la Magia del Misterio del Círculo, el cual se encuentra entre los mundos de los humanos y de los Dioses.


De tal manera nos son enseñados los orígenes de la Rueda del Año, cuyo gobierno es compartido por el Señor y la Señora, y cómo es que cada Uno brinda y comparte un equilibrio con el Otro.


Como fue en la hora de nuestro comienzo, así es ahora, así siempre será.

martes, 4 de noviembre de 2008

Sacerdotisas y chamanas



La Diosa se tejió a si misma desde el dolor de hacerse nacer, tejió con los hilos de plata de la luna y con los hilos de oro del sol el tapiz del tiempo, nos tejió a nosotras y pasamos a formar parte del tapiz eterno de la creación sin fin, y ahora, nosotras, hijas de la Diosa, somos también tejedoras. Tejamos con hilos de amor, generosidad, bondad y entrega el tapiz del destino y del mundo en el que vivimos, para que todo sea como tiene que ser. Ensoñemos para crear y dar, compartamos el sueño.
Recemos a las Abuelas del tiempo, para que si caemos nos levanten con su amorosa mano, para que nos den la sabiduría de aprender a caer y de aprender a levantarnos.
Solamente hay un paso entre lo sagrado y lo mundano, el mismo sol que sale por las mañanas y al que nosotras saludamos y del que celebramos su nacimiento a los demás solo les sirve para ver. La misma luna a la que bailamos y celebramos como parte de nuestra esencia a los demás solo les sirve para cerrar los ojos y dormir, dormir sin ensoñar. La misma lluvia que a nosotras nos purifica a los demás solo les sirve para estar triste o enfermar. La misma tierra a la abrazamos y agradecemos los dones recibidos los demás la utilizan para construir y llenarla de asfalto. Lo sagrado y lo mundano están juntos a veces unidos, la magia está para los ojos que saben ver. Los misterios se revelan cada minuto de nuestra existencia ante nuestros ojos, sólo hay que mirar con ojos de amor, con ojos de fe, con ojos de servicio y de entrega, y todo nos es dado, porque nos pertenece como guardianas de la antigua tradición.
Accede al conocimiento mediante ritos ancestrales, ritos que nos acompañan durante todo el día y que no vemos porque dejaron de enseñarnos a mirar con los ojos adecuados, mirad con los ojos de la mujer que sois y descubriréis la magia que os rodea, mirad con los ojos de la gran mujer que sois y descubriréis la magia que tenéis, mirad con los ojos de la Diosa que sois y descubriréis que ya conocéis y solo hace falta recordar.

Las sacerdotisas de la Diosa somos chamanas, canales y portadoras de la magia de la vida, de la nutrición y de la conexión con el núcleo de la Madre. Una sacerdotisa es una guerrera entre mundos, una guerrera que inicia a otras y le enseña el camino oculto por el que solo camina la verdad y el amor. Una chamana, una sacerdotisa jamás traicionaría a una igual, si lo hace, nunca sirvió, nunca caminó, nunca amó

Fáistine leis an Morrígan. La profecía de Morrigan


Fáistine leis an Morrígan

Sídh go neimh

neimh go domhan
domhan fo neimh
neart i gcách
án forlán
lán do mil
míd go sáith
sam i ngram
gae for sciath
sciath for dúnadh
dúnadh lonngharg
fód di uí
ros forbiur beanna
abú airbí imeachta
meas for chrannaibh
craobh do scís
scís do ás
saith do mhac
mac formhúin
muinréal tairbh
tarbh di arcain
odhbh do crann
crann do thine
tine a n-áil
ail a n-úir
uích a mbuaibh
Boinn a mbrú
brú le feabh faid
ásghlas iar earccah
foghamar forasit eacha
iall do tír
tír go trácht le feabh ráidh
bíodh rúad rossaibh síoraibh ríochmhór
sídh go neimh
bíodh síornoí.


LA PROFECÍA DE MORRIGAN

Tanta paz como en el cielo
Cielo en la Tierra
Tierra bajo el Cielo
Fuerza en cada uno
Un cuenco lleno
Abundancia de miel
Abundancia de honor
Verano en Invierno
La lanza ayudada por el escudo
Escudos ayudados por Fortalezas
Fortalezas con salvaje furia para la batalla
El Vellocino
Bosques crecidos con ciervos
Para siempre las destrucciones se fueron
Nueces en los arboles
Una rama marchita cae
Marchita por el crecimiento
Riqueza para el hijo
Un hijo sabio
Cuello de Buey
Un Buey de una canción
Arboles nudosos
Madera para el fuego
Fuego requerido
Empalizadas nuevas y brillantes
La victoria del Salmón
Los Boyne los hospedan
Una posada amplia
Ampliada después de la Primavera
En Otoño aumentan los Caballos
La Tierra se conserva salva
Tierra se recuenta con buenas palabras
Sé poderoso en la eternidad de excelentes bosques
Tanta paz como el cielo
Nueve veces tan eterna.

Fluir


Las emociones no son positivas ni negativas, sino variadas como las especias. Eres tú, y solo tu, quien al etiquetarlas las dota de “vida virtual”. El agua fluye sin detenerse ante roca o precipicio alguno.

El agua crea bello ríos, hermosas cataratas y mares de inolvidable atardecer.

El agua se desborda apasionada para abrirse paso cuando lago o alguien pretendió enmudecer en su canto.

Aprender a fluir como el agua es un aprendizaje clave para poder nadar por los mares de la providencia existencial. Fluyamos con el Río e la Vida, para poder ser abastecidos con lo que es esencial para cada uno en el momento del discurrir de la vida en su tránsito terreno hacia el cumplimiento de su destino. Fluyendo”sabemos” cuándo, dónde, cómo y con quién o por quién o desde quién o a pesar de quién nuestro amanecer tendrá lugar en cada recodo del camino, en cada remanso, en cada catarata… Fluir es saber que, pase lo que pase, siempre será para nuestro beneficio aunque en ese momento no podamos entenderlo. Fluir, ser agua, es vivir la vida con intensidad, alumbrando dichas y cosechando abrazos de rosa, inundando corazones que jamás nos olvidarán. Ser agua, fluir, es cantarle al viento la promesa de que volaremos juntos cascadas de inmensa lluvia y sembraremos besos sobre las tierras que viajaremos en nuestras risas.

Ser agua es saber que uno puede tomar la forma de que desee según las circunstancias, sin importarle cuán difícil o retador pueda antojarse el panorama… Somos agua y salvaremos con olas de encanto aquello que nos salga al encuentro.

Ser agua es ser una fuente interminable de abundancia y de prosperidad.

Ser agua es fluir como el río profundo de intenso caudal y amplia vereda, alimentando la espiritualidad que en nuestro fondo germina y crece.

Ser agua para poder formar estalactitas de hielo con el amado del Norte, acurrucándose en sus brazos para luego ser intensamente derretidos por la Señora de las Primaveras Radiantes, y así proseguir en nuestra danza eterna de ciclos vitales.

Ser agua para poder alimentar la dicha que duerme en los corazones de la gente, a la espera de que una gota de rocío le inunde le alama de alegría.

Fluir es sentir la inmensidad de nuestro destino y carecer de miedo y de temor en las alas.

Gélida o cálida, derretida o congelada, mar o río, lago o riachuelo, catarata o cascada, manantial o río subterráneo, hielo o géiser, vapor de agua o gota de lluvia... Contenida en un vaso de papel o en la copa del más exquisito cristal, abrazada por la luz o arropada por la ausencia… Pero siempre agua sin forma y con mil formas a la vez… agua que convierte desiertos en vergeles por donde su magia discurre.

Emociones para ser experimentadas en todas sus formas como el agua se experimenta a sí misma en todo tipo de temperaturas, lugares, escenarios y ausencias.

Nunca deberíamos negarnos el goce de una emoción por dura o gélida que ésta sea para el alma. La risa sin el llanto no es posible, pues la risa más límpida y transparente en su canto es aquella cuya garganta las lágrimas de amargo llanto a limpiado.

Emocionarse para poder brincar como el agua sobre la catarata de las experiencias y los acantilados vitales. Emocionarse para poder sentir la plenitud del rocío en nuestras mañanas plenas de promesa y de sueños por reclamar.

Sin emoción la vida se estanca.

Sin emoción el mundo enmudece en su latido y cesa todo canto.

Por ello, emociónese como el agua en la presencia de su destino.

“Mi alma siempre fue agua que sació la sed de corazones sedientos de sí mismos en la larga travesía de su desierto existencial. Que la emotividad ponga luz en su amanecer.



Rosetta Forner- Cuentos de hadas para aprender a crecer

Las nieblas de Avalon


En mi vida me han llamado de muchas maneras: hermana, amante, sacerdotisa, hechicera, reina. Ahora, ciertamente, soy hechicera, y acaso haya llegado el momento de que estas cosas se conozcan. Pero, a decir verdad, creo que serán los cristianos quienes digan la última palabra, pues el mundo de las hadas se aleja sin pausa del mundo en el que impera Cristo. No tengo nada contra Él, sino contra sus sacerdotes, que ven un demonio en la Gran Diosa y niegan que alguna vez tuviera poder en este mundo. A lo sumo, dicen que su poder procede de Satanás. O bien la visten con la túnica azul de la señora de Nazaret (que también, a su modo, tenía poder) y dicen que siempre fue virgen. Pero ¿qué puede saber una virgen de los pesares y tribulaciones de la humanidad?

Y ahora que el mundo ha cambiado, ahora que Arturo (mi hermano, mi amante, el rey que fue y el rey que será) yace muerto (dormido, dice la gente) en la sagrada isla de Avalón, es necesario contar la historia tal como era antes de que llegaran los sacerdotes del Cristo Blanco y lo ocultaran todo con sus santos y sus leyendas.

Pues, como digo, el mundo ha cambiado. Hubo un tiempo en que un viajero, si tenía voluntad y conocía algunos secretos, podía adentrarse con su barca por el mar del Estío y llegar, no al Glastonbury de los monjes, sino a la sagrada isla de Avalón, pues en aquellos tiempos las puertas entre los mundos se difuminaban entre las brumas y estaban abiertas, según el viajero pensara y deseara. Y éste es el gran secreto, que era conocido por todos los hombres instruidos de nuestros días: el pensamiento del hombre crea un mundo nuevo a su alrededor, día a día.

Y ahora los sacerdotes, pensando que esto atenta contra el poder de su Dios, que creó el mundo inmutable de una vez para siempre, han cerrado esas puertas (que nunca fueron tales, salvo en la mente de los hombres), y los senderos llevan sólo a la isla de los Sacerdotes, que ellos salvaguardan con el tañido de las campanas de sus iglesias, ahuyentando toda idea de que otro mundo se extienda en la oscuridad.
E incluso dicen que ese mundo, si en verdad existe, es propiedad de Satanás y la entrada del Infierno, si no el Infierno mismo.
No sé qué puede o no puede haber creado su Dios. Pese a las leyendas que se cuentan, nunca supe mucho de sus sacerdotes ni vestí el negro de sus monjas esclavizadas. Si los cortesanos de Arturo, en Camelot, quisieron verme de ese modo (puesto que siempre usé la túnica oscura de la Gran Madre en su función de hechicera), no los saqué de su error. En verdad, hacia el final del reinado de Arturo, hacerlo habría sido peligroso, y yo inclinaba la cabeza ante la conveniencia, algo que no habría hecho nunca mi gran maestra: Viviana, la Dama del Lago, en otros tiempos la mejor amiga de Arturo, exceptuándome a mí, y más tarde su más tenebrosa enemiga... también exceptuándome a mí.

Pero la lucha ha terminado; cuando Arturo agonizaba pude tratarlo, no como a mi enemigo y el de mi Diosa, sino como a mi hermano, como a un moribundo que necesitaba el socorro de la Madre, a la que todos los hombres acaban por acudir. También los sacerdotes lo saben, pues su siempre virgen, María, vestida de azul, se convierte a la hora de la muerte en la Madre del mundo.

Así, Arturo yacía por fin con la cabeza en mi regazo, sin ver en mí a la hermana, a la amante o a la
enemiga, sino sólo a la hechicera, la sacerdotisa, la Dama del Lago. Y así descansaba en el seno de la Gran Madre, del que salió al nacer y al que tenía que volver al final, como todos los hombres. Y mientras yo conducía la barca que lo llevaba, no ya a la isla de los Sacerdotes, sino a la verdadera isla Sagrada que está en el mundo de las tinieblas, más allá del nuestro, tal vez se arrepintió de la enemistad que se había interpuesto entre nosotros.

En esta narración hablaré de sucesos acontecidos cuando yo era demasiado niña para comprenderlos, y de otros que sucedieron cuando yo no estaba presente. Y tal vez mi oyente se distraerá pensando: «He aquí su magia. » Pero siempre he tenido el don de la videncia y el de ver dentro de la mente humana, y en todo este tiempo he estado cerca de hombres y mujeres. Por eso a veces sabía, de un modo u otro, todo lo que pensaban. Y así contaré esta leyenda.

Pues un día los sacerdotes también la contarán, tal como la conocieron. Quizás, entre una y otra versión, se pueda ver algún destello de la verdad.

Porque esto es lo que los sacerdotes no saben, con su único Dios y su única Verdad: que no hay leyenda veraz. La verdad tiene muchos rostros. Es como el antiguo camino hacia Avalón: de la voluntad de cada cual y de sus pensamientos depende el rumbo que tome y que al final se encuentre en la sagrada isla de la Eternidad o entre los sacerdotes, con sus campanas, su muerte, su Satanás, el infierno y la condenación...
Pero tal vez soy injusta con ellos. Incluso la Dama del Lago, que detestaba las vestiduras sacerdotales tanto como a las serpientes venenosas (y con sobrados motivos), me censuró cierta vez por hablar mal de su Dios.

«Porque todos los dioses son un solo Dios —me dijo, como había dicho muchas otras veces, como yo he repetido a mis novicias, como lo dirán todas las sacerdotisas que me sucedan—, y todas las diosas son una sola Diosa, y sólo hay un Iniciador. A cada hombre su verdad y el Dios que hay en su interior. »
Así, tal vez, la verdad flote entre el camino de Glastonbury, isla de los Sacerdotes, y el camino de Avalón, para siempre perdido en las brumas del mar del Estío.

Pero ésta es mi verdad; yo, Morgana, os la cuento. Morgana, la que en épocas más actuales se llamó Hada Morgana.

La Piedra de Scone


E

l 2 de junio de 1953 Elizabeth II de Inglaterra y I de Escocia, fue coronada soberana de la Gran Bretaña en la catedral de Westminster, Londres. Entre los símbolos de la soberanía de la que estaba siendo imbuida, se contaban el orbe, el cetro real, la vara de la clemencia y el anillo real de zafiros y rubíes. El Arzobispo de Cunterberry mantuvo la corona en el aire y lentamente la colocó sobre la reina. Bajo el trono real era visible una rústica piedra calcárea, de una superficie superior similar a la del asiento del trono. ¿Cuál es la historia de esa misteriosa piedra y cuál su significado místico para que los soberanos del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte sean coronados sobre ella?

La Piedra de Scone (The Scone Stone en inglés) se la conoce también por otros nombres: Piedra del Destino, Piedra de la Coronación, Almohada de Jacob, Pilar de Jacob o Piedra que Habla (Lia Fail en idioma celta).

Sobre ella fueron coronados los reyes dalriados, los escoceses, los ingleses y finalmente los británicos.

Tiene una sola inscripción: una cruz latina. En el libro Monuments Celtiques, Cambray asegura haber visto esta inscripción sobre la piedra: Ni fallat fatum, Scoti quocumque locatum Invenient lapidiem, regnasse tenetur ibidem: “Si el destino es verdadero, luego los escoceses serán conocidos por haber sido reyes donde sus hombres encuentren esta piedra”. Lo cierto es que hoy en día la única inscripción visible que tiene es la mencionada cruz latina.

Es de piedra caliza color amarillo pálido (algunos autores dicen que en realidad es caliza roja), pesa unos 152 kilogramos y mide de 66 centímetros de largo, por 28 de ancho y 41,60 de alto.

El nombre de Piedra de Scone proviene del lugar de donde se encontraba cuando fue tomada por el rey Eduardo I de Inglaterra en 1292, después de subyugar a los escoceses que peleaban bajo la guía de su héroe nacional, William Wallace. A pocos kilómetros al norte de la ciudad de Perth, en el Condado del mismo nombre, en las tierras bajas de Escocia, sobre la costa oriental, en las cercanías del río Tay, se encuentra el Palacio de Scone donde esta piedra era utilizada para las ceremonias de coronación de los reyes y reinas escoceses. En 1292, John Balliol fue el último rey de Escocia coronado en Scone.

De allí fue tomada por el “martillo de los escoceses”, tal como era conocido Eduardo I, como botín de guerra y llevada a Londres para ser usada en la coronación de los próximos soberanos ingleses.

El mismo Eduardo I mandó a construir, en 1301, un trono especialmente diseñado para contener en su parte inferior a la Piedra del Destino. Creía que quien estuviera en posesión de la piedra sería el legítimo soberano de Escocia. Ese mismo trono fue el usado por Elizabeth II para su coronación en 1953.

En 1328 los escoceses ganaron su derecho a tener nuevamente la piedra con el Tratado de Northampton . La devolución tomó “nada más” que 700 años, pero finalmente y ante las presiones de los grupos independistas escoceses, el día de San Andrés, 30 de noviembre, de 1996 la piedra fue sacada del trono real, devuelta a los escoceses y colocada en el Castillo de Edimburgo. Una verdadera multitud vitoreó su llegada desde la famosa Royal Mile y entre grandes festividades la Batería de la Media Luna del castillo saludó su regreso con una salva que fue contestada por el destructor HMS Newcastle fondeado en la bahía de Leith, en el Firth of Forth.

Los orígenes

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as evidencias concretas sobre el origen de la piedra no abundan. Predominan la leyenda y el mito, sobre la verdadera historia. Esto es razonable, máxime considerando que podría remontarse a los tiempos bíblicos. Más precisamente a la época de Jacob. Este patriarca, también llamado Israel, hijo de Isaac y nieto de Abraham patriarca común a las tres grandes religiones monoteístas del mundo: el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Jacob vivió aproximadamente hacia el año 1700 antes de Cristo en Palestina. Según La Biblia, tuvo un sueño profético durante el cual Yahvé le entrega la tierra donde se encuentra y promete una descendencia numerosa “como el polvo de la tierra”. Jacob había tomado una piedra del lugar y la había usado como almohada durante este sueño. Cuando despertó, y bajo el influjo de la revelación de que había sido objeto por el propio Yahvé, la bendijo, la ungió con aceite y la colocó en un pedestal. La piedra fue conservada por el pueblo judío como un objeto de culto y veneración.

Hasta aquí el relato bíblico. Lo siguiente es tradición o leyenda que no ha sido comprobada. No obstante, la fuerza de las leyendas suele ser muy grande y a veces sobrevive a las contingencias del tiempo sin ser corroboradas con rigidez académica. No por eso son más débiles que la historia misma, ni dejan de ser creídas por multitudes de personas o de naciones enteras.

La piedra fue supuestamente llevada de aquí para allá durante unos 3000 años, hasta que fue sacada por Eduardo I del Palacio de Scone, por lo que reconstruir todo este itinerario es a todas luces una tarea prácticamente imposible.

De acuerdo con esta tradición, la piedra estuvo como pedestal del un arco en el Templo de Jerusalén hasta la invasión de Nabucodonosor, rey de Babilonia, en el 602 AC. Se dice que el profeta Jeremías junto con dos hijas del rey David escapó con la piedra a Egipto. De allí fue llevada a España y luego a Albión (las Islas Británicas).

Otra leyenda, más aceptada por los irlandeses, dice que la piedra fue llevada a Egipto por el mismo Jacob donde permaneció hasta los tiempos de Moisés (1450 AC). Para esa época fue confiada por Moisés y Aarón a Gathelus, un rey griego hijo de Cecrops, el constructor de Atenas, quien se había casado con Scotta, la hija del faraón.

Moisés habría dicho que “la victoria seguiría a la piedra, a donde ella fuera”. Moisés pidió a Gathelus que se la llevara de Egipto, en anticipación a las plagas que estaban por caer sobre Egipto y supuestamente por el riesgo que implicaba el próximo Éxodo al que llevaría al Pueblo de Dios.

La piedra habría salido por barco, de un puerto en la desembocadura del Nilo, al cuidado de Gathelus, haciendo escalas en Creta en el Mediterráneo y en Samotracia en el Egeo. De allí habría seguido su camino en barco hacia el norte, desembocando finalmente en el Báltico. De acuerdo con alguna evidencia geológica, para esa época pudo haber sido posible la navegación desde el Mar Negro hasta el Báltico, camino que habría seguido el barco con la piedra y de allí hasta las islas británicas. Ese camino es posible hoy solamente en embarcaciones de pequeño calad y con la ayuda de canales y esclusas.

Sea como fuere, el caso es que arribada a Irlanda, fue colocada sobre el monte sagrado de Tara y llamada Liath Fail.

Varios hechos dan credibilidad a esta historia del viaje por mandato hebreo. Uno de ellos es la historia irlandesa de Tuatha de Danann. Cuando se traduce esta expresión céltica, aparentemente quiere decir “gente de Dan”. Dan era una de las doce tribus de Israel.

En Irlanda la piedra era considerada como el Palladium (salvaguarda) de la raza y fue reverenciada por generaciones por los celtas irlandeses.

Esta raza tan particular que vivió en la Isla de Irlanda desde aproximadamente 500 años antes de Cristo, en plena edad de bronce, provenía del centro de Europa y hablaban una lengua indo-europea. Habían sido los descubridores del hierro y temibles guerreros.

En su desplazamiento hacia el Oeste invadieron la actual Francia y varias tribus formaron a los galos. El nombre griego de esta raza era Keltoi, que significa bárbaro. Celta es una permutación de la pronunciación de la K griega en la C de celta. No hay evidencia de que se llamaran a sí mismos de esa manera.

Siguió la invasión hacia España y finalmente a Inglaterra e Irlanda. No poseían un lenguaje escrito, por lo que hay pocas referencias históricas de ellos, y en general, las que tenemos fueron hechas por sus enemigos o rescatadas por la arqueología. Roma misma fue sitiada y saqueada por los celtas que vivían en el valle del Pó en el 390 AC y por ellos conocemos algo de su historia. Claro que los romanos los consideraban solamente una de las tantas tribus bárbaras que amenazaban a su naciente imperio.

Volviendo a la piedra, ya para el año 400 DC era utilizada en las ceremonias de coronación del reino de Dal Riata o Dalriada. Este era uno de los cinco reinos en que estaba dividida la Irlanda céltica y estaba ubicado aproximadamente donde ahora se encuentra ahora en Irlanda del Norte, el condado de Antrim.

Los monarcas debían sentarse sobre la piedra para ser coronados y según la tradición, cuando el rey elegido era el correcto, la piedra “cantaba”. También se decía que tenía poderes rejuvenecedores para el rey que se sentaba sobre ella, permitiéndole reinar por más tiempo.

El mismo San Patricio, patrono y evangelizador de Irlanda y los celtas hacia el año 400, la bendijo para su uso en las coronaciones y se dice que proclamó que “donde estuviera la piedra, la raza de Erc reinará”. De allí tomó el nombre de la Piedra del Destino. Erc fue el primer rey de Dal Riata.

En el año 805 de nuestra era el 36º rey dalriada, Kenneth I, trasladó la capital de su imperio en expansión desde Irlanda a la actual Escocia. Esa tierra era dominada por los pictos, caracterizados por los tatuajes que cubrían sus cuerpos (y que dan nombre a la raza) y por la poco común práctica de la poliandria. También había sido invadida por los bretones y los sajones entre otras tribus. Kenneth I logró someterlos a todos después de años de batallas y finalmente los celtas irlandeses establecieron su capital en Scone.

Fueron los romanos quienes dieron el nombre de Scotii a los celtas habitantes de esas regiones, nombre del cual derivó la denominación Scotia, luego Scotland, tierra de los scotii, Escocia para el idioma castellano. Las invasiones nórdicas en 800 DC separaron a estos habitantes de los irlandeses y llamaron al nuevo país Dalriada Escocesa. Con la anexión de las Tierras Altas se convirtió en Alba y luego en Escocia.

Sí se sabe fehacientemente que fue reubicada varias veces después de este viaje a Scone, y que visitó la remota Isla de Iona, entre Irlanda y Escocia, luego fue a Dunnad, a Dunstaffnage y finalmente regresó a Scone, para la coronación de los monarcas dalriadas y de allí tomó su nombre moderno de Piedra de Scone.

La tradición de coronar a los reyes de Escocia fue cumplida a rajatabla, con las excepciones de los reyes y reinas infantes que no eran coronados sobre la piedra.

Aún bajo la posesión inglesa, la tradición siguió su curso, ya que los reyes y reinas ingleses tuvieron la misma línea de sangre que los escoceses.

Es imposible hacer justicia a la historia de esta piedra con un artículo breve como éste, ya que la información disponible sobre ella es abrumadora. Hasta se menciona que la espada Excalibur fue sacada de ella por el Rey Arturo.

Sobran las evidencias para asegurar que este objeto tiene una gran importancia, no sólo para los escoceses, sino también para los irlandeses, los ingleses y los israelitas. Se dice que algún día la piedra volverá a Israel delante de una gran masa de gente y que, cuando esto ocurra, será reconstruido el Templo de Jerusalén.

¿Es la verdadera?

A

hora bien, ¿es realmente esta piedra recientemente devuelta al Palacio de Edimburgo la verdadera?

Durante su larga travesía de 3000 años, pudo haber sido cambiada por réplicas miles de veces.

Una leyenda asegura que la piedra jamás dejó Irlanda. Otra que la piedra verdadera era de mármol blanco, con finas figuras grabadas en relieve, que para nada se asemejaba a la rústica piedra caliza con una cruz latina que conocemos hoy.

Se dice también que la piedra tomada por Eduardo I era una réplica que los mismos escoceses se encargaron de colocar bajo el trono haciendo creer a los ingleses que se llevaban la verdadera. Durante años se exhibió una réplica en el Palacio de Scone y muchos aseguraban que ésa era la verdadera, a la vista de todo el mundo. Otros aseguran que la verdadera piedra fue escondida para siempre por los escoceses antes de que Eduardo I pudiera tomarla.

Los nacionalistas escoceses gustan relatar que la piedra que estaba bajo el trono de Isabel II no era sino ¡una piedra cualquiera que sostenía la tapa de una letrina del patio del Palacio de Scone! Y de esa manera lograron que los soberanos de la Gran Bretaña se sentaran ceremoniosamente para su coronación ¡sobre un accesorio sanitario del medioevo!.

Para hacer las cosas más confusas, se deben haber hecho cientos de copias de la verdadera piedra a través de los siglos.

Otra historia cuenta que unos monjes escondieron la verdadera piedra cuando se vieron amenazados por Eduardo I, en una cueva. Debido a grandes lluvias y un deslizamiento de tierra, la entrada de la cueva fue descubierta accidentalmente en el siglo XVIII por unos pastores, que se demoraron en denunciar el descubrimiento. Cuando regresaron a buscar el sitio, otros deslizamientos la habían tapado y no fue posible encontrarla.

La composición geológica de la piedra corresponde a la piedra caliza comúnmente hallada en las inmediaciones de Scone, por lo que todas estas historias sobre reemplazos por réplicas, pueden tener algo de realidad.

El día de Navidad de 1950, cuatro estudiantes escoceses, inspirados en sentimientos nacionalistas, robaron la piedra de abajo del trono de coronación en la Abadía de Westminster, la cargaron en un auto y huyeron. Los ingleses estaban horrorizados y los periódicos hablaban de “sacrilegio”.La policía buscó por semanas sin éxito y hasta se llamó a un clarividente holandés para tratar de encontrarla. La salud de Eduardo VI se deterioraba rápidamente y el temor de no tener la piedra para la coronación de Isabel le hacía pensar que la dinastía acabaría con su hija si no era coronada sobre la piedra sagrada.

Después de arduas negociaciones, cuatro meses más tarde, la piedra fue recobrada en la Abadía de Arbroath, donde había sido colocada por los “secuestradores”.

Los rumores indicaban que los estudiantes habían tenido tiempo más que suficiente para hacer una réplica para devolver a Westminster, mientras la original se dirigía a un lugar secreto de Escocia.

Es más, cuando fue robada, la piedra estaba partida en dos, a consecuencia de una bomba puesta antes de la Primera Guerra Mundial por “suffragettes” británicas en la Abadía de Westminster. Los ladrones habrían vuelto a colocar las dos partes juntas, no sin antes colocar dentro de dos tubos de bronce con el siguiente mensaje:

Marzo de 1951. Piedra de Stone. Esta Piedra pertenece a Escocia. Fue robada por Eduardo I en 1296. La Iglesia de Inglaterra debería sentirse avergonzada y admitir que permitió que esta propiedad robada permaneciera en Westminster desde entonces. Debe ser devuelta a Escocia para la reapertura del Parlamento Escocés que nunca fue cerrado sino que las sesiones fueron levantadas en 1707”

Sea como fuere, falsa o verdadera, almohada de Jacob y simplemente un artefacto sanitario del siglo X, lo cierto es que esta piedra es reverenciada por varias naciones y constituye un símbolo de poder de reyes y reinas que ha perdurado por lo menos mil doscientos años y que veremos seguramente en las próximas coronaciones debajo del trono real de Gran Bretaña.